Abderrahim Ouadrassi
Abderrahim Ouadrassi

Presidente de Fundación EuroAfrica

La paradoja de Estados Unidos

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En el tablero de la geopolítica, donde las sombras proyectadas por los titanes económicos se alargan sobre el mundo, Estados Unidos se encuentra atrapado en una paradoja. Su guerra comercial, anunciada con estridencia, comienza a mostrar grietas desde dentro. Irónicamente, en la tierra de la abundancia, falta algo tan simple como huevos. Un símbolo perfecto de lo que sucede cuando la retórica supera a la realidad.

Donald Trump, el arquitecto de esta guerra económica, predica con un fervor mesiánico la grandeza de su nación, pero la distancia entre su discurso y los hechos es abismal. Las sanciones, los aranceles y las restricciones comerciales que ha impulsado en su cruzada por la «América grande otra vez» podrían, paradójicamente, volverse en su contra. China y Rusia, en su silencio, observan con la paciencia de estrategas milenarios, calculando cada movimiento con la certeza de que el tiempo está de su lado.

Pero la verdadera guerra del siglo XXI no se libra en los mercados tradicionales, sino en el campo invisible de la inteligencia artificial. No son las armas ni los ejércitos los que definirán el futuro, sino los algoritmos, los modelos predictivos y el control de los datos. Elon Musk lo sabe. Sam Altman lo sabe. Trump también lo intuye, aunque su mirada esté fijada en un pasado industrial que ya no existe.

Este triángulo de poder -Musk, Trump y Altman- refleja la lucha por la hegemonía tecnológica. Musk, el visionario temerario, ve en la IA una herramienta de dominio, pero también una amenaza existencial. Altman, desde OpenAI, predica un equilibrio entre desarrollo y regulación, mientras que Trump, fiel a su estilo, oscila entre el temor y la oportunidad, sin una estrategia clara.

Mientras tanto, Europa despierta de su letargo burocrático. Consciente de su rezago frente a las superpotencias, la Unión Europea apuesta por una inversión sin precedentes: 200.000 millones de euros para garantizar una IA «segura y accesible». Francia, con Emmanuel Macron a la cabeza, aboga por abandonar la regulación excesiva y lanzarse a la innovación, con la esperanza de no quedar relegada a un papel secundario en esta nueva revolución industrial.

Pero la historia enseña que el poder raramente se distribuye de manera equitativa. Mientras Europa trata de equilibrar crecimiento y regulación, los gigantes tecnológicos avanzan sin freno. En la próxima década, la IA no solo decidirá el destino de las economías, sino también el de las democracias. Quien controle la IA controlará la información, y quien controle la información controlará la verdad.

El mundo se encuentra al borde de una nueva era, donde las guerras no se pelean con balas, sino con datos. Y en esta batalla, el mayor riesgo no es perder el liderazgo económico, sino perder la capacidad de decidir nuestro propio destino.