Tolerancia

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Leo con estupor que una asociación cuyo nombre no voy a citar se querella contra un puñado de jóvenes que vistieron una representación de la Virgen de una determinada forma, para reivindicar un determinado asunto de una determinada manera (que tiene que ver con géneros, con tendencias y con decisiones privadas), y leo con más estupor que otra mucha gente se indigna ante ese hecho, porque le parece un ataque a la libertad. Estamos de acuerdo, pero así las cosas, quien esto escribe lanza una pregunta: ¿dónde está el límite? Es decir, ¿quién tiene derecho a indignarse, y por qué, referente a qué temas, en qué contextos, y por qué motivos? ¿No sería mejor que, en lugar de dar trabajo inútil al sistema judicial por una y otra parte, unos y otros encontrasen motivos para no tomarse las cosas tan a la tremenda, y de ese modo poder dar importancia a lo que realmente la tiene? Porque llámenme loco o manido, pero qué quieren que les diga: en un mundo en el que vamos hacia el rearme más espantoso, donde las principales potencias están gobernadas por personajes distópicos, donde políticos sin escrúpulos de todo pelaje son incapaces de asumir sus responsabilidades y abandonarlas en manos de personas más competentes, y donde las guerras lejanas y cercanas desbordan los límites de la crueldad, lo que a mí me llama realmente la atención es la tolerancia general hacia los hechos verdaderamente importantes y que tienen repercusión directa en nuestra existencia, y la intolerancia beligerante y combativa hacia asuntos nimios y fácilmente obviables, tanto por unos como por otros. Así que la conclusión sería tal vez que la tolerancia habría que equilibrarla de una u otra manera.