Cientos de cartas de suministros de clientes se encuentran tiradas en un descampado y junto a las vias del tren de soller a la altura de la possessió de Son Hugo sin que nadie las retire. Mientras, los datos personales de cientos de abonados subyacen en el suelo impasibles al paso del tiempo. Tanta ley de protección de datos y al final pasan estas cosas y nadie va a limpiar, los alrededores de las piscinas de son hugo se han convertido en un estercolero.