Ainhoa Sansó y Javier Jiménez en 'Crónica negra'.
Era un martes, 29 de octubre de 1985. Bartolomé Paredes Domingo, un prometedor árbitro de fútbol de la Tercera División, acudió a un entreno en el polideportivo de Sant Ferran, junto al cementerio de Palma. Nunca más se supo de él. Esta es la crónica de un caso que fue seguido con gran interés por la sociedad de la época y que estalló, años después, cuando los padres insinuaron en televisión el nombre del sospechoso.