TW

Son ya ocho años sin Ana Eva Guasch, la profesora del colegio Santa Mónica de Palma que desapareció la madrugada del 21 de octubre de 2001. La joven, que por aquel entonces tenía 27 años, salió a cenar y de fiesta con un grupo de amigos. Ya de madrugada regresó a su vivienda en la calle Aragón. Alguien llamó a la puerta y entró. Desde entonces no se ha vuelto a saber nada de ella.

Sus familiares, amigos y conocidos la describen como una persona que tiene un carácter abierto y comunicativo y que no tenía ningún problema grave que pudiera justificar su ausencia. Además, Ana Eva nunca había protagonizado un episodio familiar negativo; por lo que desde el principio se descartó que hubiera desaparecido por voluntad propia y se defendió la hipótesis de una desaparición forzosa.

De la reconstrucción de los hechos de esa madrugada se desprende que, al poco tiempo de llegar a su casa, alguien llamó a la puerta y ella abrió libremente, ya que la puerta no estaba forzada. Este hecho avala la teoría de que la persona que la visitó esa noche era de su entorno. Lo que pasó a partir de ese momento es una incógnita. De su casa sólo faltaba una colcha y una lámpara de la mesita de noche. Además, meses después y utilizando técnicas avanzadas, los investigadores encontraron restos de sangre cerca del sofá.

Los que han seguido este caso minuciosamente aseguran que Ana Eva fue doble víctima: por un lado de alguien que la sacó de su casa en contra de su voluntad y, por otro, de una investigación policial insuficiente y desastrosa. El colectivo "Amigos de Ana Eva", que se creó poco después de su desaparición, ha criticado duramente en varias ocasiones la investigación policial. Según esta asociación, las graves anomalías cometidas por los agentes del Cuerpo Nacional de Policía han sido determinantes para que no se tengan noticias sobre su paradero ni se avance en la detención del implicado.

Las sospechas se dirigieron hacia el ex novio de la joven, de nacionalidad argentina. Un testigo protegido le reconoció con la persona que fue a la casa de Ana Eva aquella madrugada, aunque posteriormente retiró su declaración. La policía interrogó varias veces al conocido como "sospechoso de hielo" pero el joven argentino demostró mucha sangre fría y no se derrumbó.