La autopsia ha confirmado que Yvonne O'Brien, la inglesa mutilada y
salvajemente asesinada en su casa del Port d'Andratx, murió a
consecuencia de las puñaladas que recibió, en concreto por las
asestadas en el cuello, que la desangraron. La Benemérita se ha
volcado con el caso, uno de los crímenes más sádicos y
espeluznantes de las últimas décadas, y desde el martes ha
intensificado al máximo las gestiones, aunque de momento no ha
practicado ninguna detención.
La jueza de Inca Carmen Ordóñez, encargada del sumario, todavía
no ha levantado el secreto sumarial, por lo que la información
oficial que ha trascendido es muy escasa. Pese a todo, este
periódico pudo saber que el examen forense practicado a la
británica ha despejado algunas dudas y ha aportado datos de interés
a los investigadores.
De la reconstrucción parcial de los hechos efectuada por la
Benemérita se desprende que Ivonne y su verdugo llegaron juntos al
chalet de la calle Teodoro Canet número 50 del Port d'Alcúdia. Al
parecer la mujer había consumido ingentes cantidades de alcohol y
el asesino comenzó con ella un juego sexual y le anudó una soga al
cuello.
La víctima parece ser que se asustó pero ya fue demasiado tarde,
porque el criminal le asestó varias puñaladas en el cuello, que le
provocaron la muerte. La mujer falleció desangrada y quedó tendida
sobre la cama, donde el sádico comenzó su macabra orgía. Con un
cuchillo le arrancó la mandíbula inferior (que se llevó con él al
huir de la casa), le abrió el vientre y sacó sus tripas, y en plena
locura de sadismo le colocó un revólver simulado en la vagina.
El crimen fue atroz, pero algunos detalles evidencian que el
sádico sabía muy bien lo que hacía y que presumiblemente había
escogido a su víctima porque conocía que vivía sola, que era
alcohólica y que, por ende, era una presa fácil. Las letras «Paz,
sexo y amor» y el signo hippy que aparecieron en la pared, pintados
con la sangre de la mujer, son, sin duda, la obra de un perturbado.
Un extremo que los investigadores han descartado, tras una
minuciosa inspección de la casa, es que el sádico sustrajera
objetos de valor o dinero del inmueble, lo que rechaza la hipótesis
del móvil del robo.
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