Los vecinos del Port de Pollença sufrieron las consecuencias del aguacero. FOTO: UH-INCA.

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El Port de Pollença quedó anegado ayer a consecuencia de las intensas lluvias que, además, en la zona de Pollença cayeron en forma de granizada y provocaron desperfectos. La situación de alerta por riesgo a fuertes chubascos en Mallorca se mantuvo durante todo el día, pero sólo descargó con fuerza en el citado municipio, Caimari y Lluc.

Los habitantes de Pollença se vieron sorprendidos, a eso de las tres y media de la tarde, por un «calabruix» inesperado. Durante todo el día el cielo estuvo encapotado y amenazó lluvia, pero cuando comenzó la granizada fue de tal intensidad que sorprendió a muchos vecinos desarrollando las tareas habituales de cada día. «Más que granizo parecían pelotas de golf; hacían un estruendo tremendo al golpear el tejado y corrimos a cerrar las ventanas para evitar que se rompieran los cristales», comentó una vecina de la calle Doctor Fábregues.

La granizada, en su fase más intensa, duró sólo diez minutos, pero la lluvia continuó durante buena parte de la tarde y los problemas comenzaron en el Port. Pollença está capacitado para soportar grandes cantidades de agua, pero en la zona del muelle la red de alcantarillado es insuficiente. Un portavoz de la Policía Local, que ya había sido alertada del riesgo de chubascos, informó que el «calabruix» fue breve, pero dejó secuelas; al menos media docena de vehículos, que se encontraban estacionados en las angostas calles pollensinas, resultaron con las lunas dañadas o fracturadas y la carrocería de otros tantos apareció abollada por los impactos del granizo.

Otros conductores que circulaban por la carretera principal tuvieron que detenerse en el arcén por miedo a accidentes y los que paseaban tranquilamente corrieron a refugiarse en portales o bajo toldos. Los Bomberos de Mallorca informaron que en Pollença sólo se registró un servicio por achique, en concreto en una entidad bancaria de la calle Joan XXIII, pero un portavoz señaló que otras casas y locales habían sufrido inundaciones, aunque en menor medida y no fue necesario utilizar mangueras para sacar el agua. En el Port de Pollença, en cambio, la torrentada transformó aquel núcleo y multiplicó los problemas.