El Citröen AX de la foto circulaba por Can Pastilla cuando fue «engullido» por un gran pino. FOTO: A.SEPÚLVEDA / S.AMENGUAL.

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Un número significativo de vecinos de s'Arenal y Palma pasaron ayer la noche en vilo, preocupados por la intensa lluvia que descargó de madrugada y que provocó la caída de árboles, letreros, y persianas. Un conductor resultó herido al desprenderse un pino de gran tamaño sobre su coche y otros turismos estacionados resultaron igualmente dañados.

Pasada la medianoche la lluvia tenue se transformó en un aguacero, que afectó principalmente a la Platja de Palma. En pocos minutos cayó tal tromba de agua, acompañada de algunas rachas ventiscas, que media docena de árboles se desplomaron. Un gran pino de un chalet se vino abajo y cortó la calle Acapulco. En la calle del Jamón otro árbol, de menor envergadura, cayó sobre un Opel Corsa de reciente matriculación que estaba estacionado en el margen derecho de la vía. Pero el incidente de mayor gravedad aconteció en la calle Bartomeu Riutort de Can Pastilla, cuando el conductor de un Citröen AX fue literalmente «engullido» por un gran pino, que se resquebrajó a media altura.

Los desperfectos en la carrocería fueron cuantiosos, pero sorprendentemente el único ocupante del automóvil sólo resultó con heridas leves. Fue atendido en un centro hospitalario, donde se confirmó que no sufría lesiones considerables. Las ramas de la copa del pino, al topar con el asfalto, hicieron de «pantalla» e impidieron que el turismo quedara aplastado. A lo largo de la noche fueron cayendo más ramas y carteles y los bomberos y la Policía Local permanecieron hasta bien entrada la mañana en la Platja de Palma, atendiendo urgencias y cerrando calles para retirar los troncos. En total, según datos del Cos de Bombers, se realizaron alrededor de una veintena de servicios.

La Guardia Civil y los bomberos, en una noche plagada de sobresaltos, acudieron a las tres de la madrugada a una vivienda de la calle Major de Artà, donde un hombre se hallaba atrapado por la tromba de agua y granizo. Cuando los funcionarios llegaron al enclave, los vecinos estaban achicando agua con cubos y el morador no podía salir porque había algunos cables eléctricos sueltos, en el suelo, que al contactar con el agua amenazaban con provocar un cortocircuito. Al final, el varón fue rescatado sano y salvo y pasó la noche en casa de una hermana. Los desperfectos en la casa fueron escasos porque el mobiliario era mínimo.