Joaquín Lobato, el camarero acusado de asesinar a un compañero de trabajo en Peguera, es un psicópata. Esta es la conclusión a que han llegado los médicos psiquiatras, que no coincide con la de los forenses, que entienden que el acusado es una persona capaz de controlar sus actos. Estas explicaciones médicas marcaron la sesión del juicio (que ayer quedó visto para sentencia) por el crimen ocurrido el día 14 de septiembre de 1998. Los forenses Luis Santarén y Vidal Santos, antes de referirse al estado mental del acusado, explicaron los resultados de la autopsia al cadáver de Emilio Cañadas: el joven murió tras recibir una puñalada en el corazón. Su cuerpo no presentaba lesiones de defensa lo que, a juicio de los forenses, demuestra que fue atacado por sorpresa. Esta conclusión médica coincide con la acusación, que sostiene que hubo alevosía, es decir, imposibilidad de defensa. Los médicos pusieron en duda que Lobato actuara en legítima defensa, puesto que sólo presentaba pequeñas erosiones en el pómulo, sobre la ceja y en la pierna, que se pudieron producir incluso antes de los hechos. Santos y Santarén descartaron que el acusado sufra una enfermedad mental y no creen que el día de los hechos actuara influenciado por el consumo de drogas.
Califican de «psicópata» al camarero que cometió un crimen en Peguera
Los médicos afirman que Joaquín Lobato era consciente de que estaba matando, pero no era libre para controlar sus impulsos
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