Una sentencia, dictada por la Audiencia de Palma, ha condenado a
una empresa farmacéutica por los efectos secundarios de un
medicamento. Se trata de una demanda que presentó una mujer,
residente en Mallorca, quien perdió el sentido del gusto durante
unos siete meses al ingerir un medicamento que le recetó un médico.
La mujer sufría un problema dérmico bajo una uña de su mano
izquierda. Acudió al dermatólogo, que diagnosticó la enfermedad y
le aconsejó que tomara el medicamento «Lamisil», más una crema. Dos
meses después de ir tomando estas pastillas la mujer notó que había
perdido su sentido al gusto. Por propia iniciativa dejó de tomar el
«Lamisil» y acudió al médico de cabecera, que sospechó que esta
alteración podía estar relacionada con el medicamento. También
visitó de nuevo al dermatólogo, que le cambió la medicación.
El juez ha estudiado la ficha técnica de este medicamento, que
no coincide del todo con el prospecto que se incluye en la caja que
se vende al público. En la ficha técnica, tras indicar sus efectos
curativos, se señala que su toma puede provocar un pérdida del
gusto. La ficha insiste en que se trata de una reacción muy poco
corriente, pero que el paciente recobra de nuevo este sentido al
dejar de tomar el medicamento al cabo de cuatro a seis semanas
después.
Sin embargo, el prospecto del medicamento, que es la única
información que tiene la persona que decide tomarlo, se indica sólo
que las reacciones adversas que puede provocar son «leves,
moderadas y pasajeras». En concreto se señala que las más
frecuentes son las gastrointestinales, como pérdida de apetito o
diarrea, o reacciones alérgicas. El prospecto aconseja que ante
cualquier reacción no descrita, el paciente debe consultar a su
médico.
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