Una de las dos mujeres detenidas el miércoles quedó anoche en libertad. Foto: FERRAN CARBONELL.

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PEP MATAS/JAVIER JIMÉNEZ El Grupo de Homicidios ha centrado sus investigaciones para esclarecer el crimen del empresario Pedro Estarellas en unas obras de reforma. Se llevaron a cabo hace un año y medio en un piso de su propiedad, en la finca donde residía y fue asesinado, en la calle Ruiz de Alda, en un piso situado en la misma planta donde él vivía y que pasó a ocupar un familiar.

Una persona que trabajó en la obra le presentó a Pedro Estarellas a un conocido, que es uno de los cinco detenidos y la persona sobre la que recaen las mayores sospechas de que pudo ser el autor directo del crimen. A partir de la presentación se inició entre ambos una especie de 'amistad', por llamarlo de algún modo, que se concretaba en algunos encuentros y conversaciones en un bar. Parece ser que poco a poco, y a raíz de conocer que Pedro Estarellas era propietario de una considerable fortuna, el sospechoso fue maquinando la idea del robo.

En principio se trataba de un objetivo fácil: la víctima era de avanzada edad, vivía sola en el piso y solía guardar fuertes sumas de dinero. La hipótesis que se baraja es que dicha persona se puso en contacto con dos amigos o conocidos, uno de ellos parece que 'enganchado' al consumo de drogas y los otros dos al nivel de ser consumidores casi habituales. La noche que se cometió el crimen parece claro que fue el 'amigo' de Pedro Estarellas el que llamó al timbre y éste le abrió la puerta. Se supone también que los tres detenidos entraron en la casa y hay fuertes sospechas de que también lo hizo una de las dos mujeres que fueron arrestadas la noche del miércoles.

Una vez en la casa se sometió al empresario a todo tipo de presiones, primero a modo de amenazas y después físicas, siempre con la clara intención de que les dijera dónde guardaba el dinero en efectivo. No está claro si la víctima habló, o si fueron los delincuentes quienes terminaron por encontrar el lugar donde estaba la caja fuerte. Pero lo cierto es que cuando abandonaron el lugar lo hicieron con una cantidad que se supone era superior al millón de pesetas.