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Una de las pruebas que pueden implicar a Sebastián B.P., de 30 años, en el asesinato del empresario, es la declaración de José María C.M., otro de los detenidos. La policía no permitió ayer tarde que estos dos sospechosos mantuvieran algún contacto, puesto que José María afirma que ha sido amenazado por el otro detenido y ha pedido protección policial.

El joven, que fue asistido por un abogada de oficio, mantuvo una declaración repleta de contradicciones. Sin embargo, es el único que reconoce que aquella noche estuvo en el lugar de los hechos, pero que él no mató al empresario, sino que lo hizo Sebastián. El detenido ha confesado que su compañero le dijo que Pedro Estarellas, la víctima, guardaba dinero en su casa, y que le convenció para ir a su domicilio para robarle. Según parece, el detenido afirma que su compañero le manifestó que si la víctima no acataba sus órdenes «le daría una paliza».

Pedro Estarellas conocía a Sebastián porque le había contratado para realizar una reforma. Por ello es lógico que le abriera la puerta de su casa, al tratarse de alguien al que conocía. José María mantiene que él aguardó en la calle vigilando por si alguien llegaba, mientras que Sebastián era quien subió a la vivienda. Sin embargo, transcurrido un tiempo recibió una llamada en su teléfono móvil, en la que su compañero le indicaba que subiera al piso. El joven afirma que no vio al empresario. La policía recogió del lugar de los hechos una huella de José María C.M. y, según parece, en el registro que se realizó en su domicilio se encontró una tarjeta de crédito de la víctima, que utilizó para realizar unas compras. El detenido ha exculpado a otro de los sospechosos, (Pedro José P.P.), y niega que aquella noche les hubiera acompañado hasta el domicilio del empresario.

Quien rechaza esta versión es Sebastián. El joven mantuvo ayer ante el juez que se enteró de lo ocurrido a través de la prensa. El detenido sostiene que él no mató a Pedro Estarellas, y desmiente que aquella noche hubiera salido con José María y le hubiera propuesto robar en el domicilio del empresario.