Se trata de un eucaliptus, que aparentemente está muerto y que,
pese a que su tronco es firme, su parte superior ladea hacia un
lado y está a punto de caer. Antonia Ramos, una vecina de Génova,
lleva tres años luchando para que el dueño del árbol corte, cuando
menos, las ramas, ya que si cae lo hará precisamente sobre la
habitación en la que duermen sus hijos menores. Estos días de
viento la preocupación de esta familia ha sido, lógicamente, mucho
más grande.
El eucaliptus está plantado en un solar sin urbanizar. Esta
finca rodea las calles Fuster, Reyes y Paloma, en la barriada de
Gènova. Antonia Ramos explicó que lleva tres años pleiteando en los
juzgados para que sea un juez el que orden talar este árbol. Hace
varios meses el juez de primera instancia número 11 aceptó su
demanda y la sentencia ordenaba cortar las ramas que sobrevolaban
la propiedad de esta mujer. Precisamente el árbol está plantado
junto a la pared. Las raíces han arrancado parte de la pared que
separa la finca donde está plantado el eucaliptus y el solar donde
se ha construido la vivienda de Antonia Ramos.
Pese a que la justicia, hasta ahora, le ha dado la razón, el
árbol aún sigue en pie y se debe a que el afectado ha recurrido la
sentencia, a pesar de que está persona no vive en este solar.
Antonia Ramos está desesperada porque cree que, aunque de nuevo se
le dé la razón y se rechace el recurso, puede ser demasiado tarde,
porque, según afirmó, las ramas del árbol «están a punto de caer
sobre la habitación de mis hijos. De qué me servirá que el juez me
dé la razón si el árbol se desploma de noche sobre mi casa y mata a
mis hijos», insiste Antonia Ramos.
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