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El Cuerpo Nacional de Policía ha intervenido en las últimas horas en dos casos de violencia doméstica y ha procedido a la detención de un hombre relacionado con una de las denuncias. El otro acusado, empero, ha quedado en libertad porque ha negado los hechos y carece de antecedentes.

El primer asunto aconteció el pasado 16 de febrero, cuando una joven fue citada por su novio en unos céntricos almacenes de Palma, donde trabaja. La pareja llevaba un año saliendo, pero desde hacía un mes ella había dado por acababa la relación. El joven, de 27 años, se negaba a aceptar la realidad y le imploró que se reunieran esa tarde para tratar de arreglar la situación. La chica se presentó en el establecimiento con la esperanza de disuadirlo y él le insistió en que quería reanudar la relación. En el almacén no había nadie más y la víctima perdió los nervios cuando el varón cerró la puerta con llave.

Según la víctima, el acusado le arrebató el móvil y le espetó: «De aquí no sales, pasarás la noche». Luego, por la fuerza, la encerrró en el cuarto de baño. Casi dos horas después los compañeros de trabajo se presentaron en el almacén y el joven se vio obligado a dejarla en libertad. La secuestrada denunció el incidente en la Jefatura y los agentes citaron al ex novio para el día siguiente. Cuando compareció en las instalaciones policiales negó la versión de la chica y, sobre todo, rechazó que la hubiera acosado desde el mismo día en que rompieron su relación. Tras prestar declaración quedó en libertad.

El segundo caso de violencia doméstica ocurrió el 24 de febrero y como resultado de las investigaciones fue detenido Juan Manuel H.S., de 59 años. La víctima, unos años mayor que él, relató que llevaban tres años de convivencia y que lo había aceptado en su casa porque vivía en una pensión. Las discusiones y las agresiones surgieron desde el principio de la relación y el año pasado la mujer le ofreció 300.000 pesetas para que se fuera de casa. Juan Manuel aceptó, pero al poco tiempo regresó y continuó maltratándola. Desde enero la situación se hizo insoportable y la señora, de nuevo, le dio 50.000 pesetas para que la dejara en paz. El acusado siguió golpeándola y le advirtió: «Te voy a cortar el cuello». Cuando fue detenido se limitó a decir: «Si me pasa algo por esto, me la paso por la piedra».