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Homicidio con la atenuante de legítima defensa. Esta es la calificación jurídica que ha presentado la Fiscalía de Palma sobre el caso ocurrido el pasado mes de diciembre, en el que un inmigrante subsahariano, llamado Gary Yera, murió tras pelearse con un joven y recibir cinco puñaladas, una de ellas en el corazón. El fiscal reclama una condena de cinco años de prisión para el acusado, Gustavo G.L., quien se encuentra en prisión a la espera de ser juzgado por un jurado popular.

Los hechos ocurrieron junto al parque de Son Pizà, en Palma, en la noche del día 12 de diciembre del pasado año. Gary y Gustavo se conocían desde hacía tiempo, y de hecho a veces se habían unido al grupo de jóvenes que suele reunirse en esta plaza. Esa noche Gary llegó a la plaza sobre las nueve de la noche. Según la versión de la acusación, salió del coche armado con la garra antirobo y se dirigió hacia Gustavo. Los dos jóvenes había mantenido días antes una pelea, al parecer motivada por una transacción de hachís, pero el problema no había quedado resuelto. El acusado, según reconoce el fiscal, fue golpeado con la barra de hierro que sujetaba el subsahariano y él «se defendió» con una navaja. Hasta cinco veces, según confirmó el examen forense, fue apuñalado la víctima. Gary era practicante de artes marciales, pero no impidió que fuera sorprendido por la navaja.

Después de esta agresión, que fue presenciada por más de una docena de jóvenes (incluida la novia de Gary), el presunto homicida salió corriendo, dejando a la víctima malherida. El subsahariano fue trasladado al PAC de Son Pizà. Nada pudo hacerse por él porque murió desangrado. Mientras tanto Gustavo se marchó a su casa, se limpió las manos y las ropas manchas de sangre, se deshizo del arma y regresó al escenario del crimen. Los testigos lo identificaron como el presunto agresor y en ese momento fue detenido por la Policía Local. Gustavo declaró al juez que no recordaba lo que había ocurrido porque la víctima le había golpeado en la cabeza y había perdido el conocimiento.