La tranquila localidad mallorquina de Santa Eugènia, de sólo 1.200
habitantes, no tiene cuartel de la Policía Local ni mucho menos
Guardia Civil y el motivo, al margen del reducido número de
residentes, es que la actividad delictiva en el pueblo es casi
nula. En la madrugada de ayer, sin embargo, las cosas cambiaron en
Santa Eugènia: un grupo de delincuentes asaltó negocios, locales y
coches y ayer por la mañana en la villa sólo se hablaba de ese
tema.
«Lo más curioso es que no han forzado ninguna cerradura; es como
si tuvieran una llave maestra», contó ayer Jordi Mercé, el dueño
del estanco del pueblo, que también fue «visitado» por los
hampones. «Cuando llegamos por la mañana la barrera estaba
ligeramente abierta y al entrar descubrimos que habían encendido
velas en el interior para que ningún vecino viera luz desde la
calle», relató Catalina, hija de los propietarios del negocio y que
fue quién se encontró la tienda revuelta y echó en falta numerosos
artículos: «Se llevaron cartones de tabaco, carteras, tarjetas
telefónicas, papel de fumar y muchas cosas más. El valor supera los
dos millones de pesetas», añadió la joven, compungida.
La siguiente 'parada' en la ruta de los delincuentes fue el Bar
Can Prim, a pocos metros del estanco. En aquella ocasión también
abrieron la barrera exterior con asombrosa facilidad, sin forzar la
cerradura y se dirigieron directamente a una de las máquinas, que
reventaron. «La suerte fue que a las cuatro de la mañana saltó la
alarma y tuvieron que marcharse corriendo. Aún así los daños son
considerables», manifestó Miquel Bibiloni, el responsable del
negocio. El joven reconoció que en Santa Eugènia, ayer, sólo se
comentaba un tema: los robos durante la noche, y agregó que nadie
había visto a los sospechosos.
A medida que fueron pasando las horas los vecinos fueron
descubriendo nuevos asaltos y otros dos vecinos denunciaron que sus
coches, que estaban aparcados en la calle, habían sido abiertos con
la misma «elegancia». Desde el exterior no presentaban daños, como
si hubiesen utilizado una réplica de la llave original. «Me dí
cuenta de que habían entrado en mi jeep porque la cerradura estaba
torcida. En seguida pensé que se habrían llevado la radio, pero
allí estaba. La verdad es que no robaron nada, es todo muy
extraño», apuntó Antoni Riera, otro de los afectados.
Otro vehículo, una furgoneta de la marca Renault Express,
también fue violentada sutilmente por los ladrones, si bien en este
caso no ha trascendido si sustrajeron algo del interior o huyeron
con las manos vacías, como en el todoterreno. «Está claro que
buscaban dinero y no querían complicarse la vida», opinó un
sexagenario que participaba en una de las muchas discusiones que
ayer se montaron entorno a los robos de la noche. Para Jordi Mercè
los maleantes conocían el estanco que asaltaron «porque sabían
dónde estaban las tarjetas telefónicas, el dinero... ¿Qué si son de
por aquí? hombre, tanto no puedo decir». Otra vecina de mediana
edad explicó que Santa Eugènia «desde siempre» es un pueblo
extremadamente tranquilo y que este tipo de acontecimientos «alarma
mucho a la gente».
Sin noticias de los sospechosos
Los vecinos están convencidos de que los ladrones que en la
madrugada del jueves al viernes visitaron el pueblo se desplazaron
a bordo de un coche o una furgoneta por aquellas calles: «De lo
contrario es imposible que pudieran haber cargado todo lo que
robaron en el estanco», opinaron. No obstante, nadie observó ni oyó
nada extraño hasta que a las cuatro saltó la alarma del bar Can
Prim y se descubrieron algunos de los robos. La Guardia Civil se ha
hecho cargo de la investigación para aclarar el caso.
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