Los 180 guardias civiles destinados a la protección de la Familia
Real han sido «hacinados», según el comunicado, en el antiguo
cuartel de Portopí, ubicado en el comienzo del Camino de Son Vent,
uno de los accesos al Palacio de Marivent. Estas dependencias se
encuentran en un estado ruinoso, «con riesgo de derrumbe, carencia
de las mínimas instalaciones adecuadas, sin reunir condiciones de
habitabilidad, ausencia total de medidas higiénico-sanitarias e
«incumpliendo todas las disposiciones en materia de Prevención de
Riesgos Laborales». Además de los 160 agentes reseñados, dos
familias de guardias civiles viven de forma continua en el cuartel.
En el comunicado, de dos folios de extensión, se explica que
«las dos dependencias utilizadas como vestuario tienen 15 metros
cuadrados cada una, repletas de taquillas. Cada una de ellas es
adjudicada a cuatro civiles por lo que no existe privacidad alguna,
depositándose en cada una de ellas, el armamento de los cuatro
agentes, además de enseres personales y profesionales». La misiva
añade que «durante los relevos se reúnen allí 80 guardias
simultáneamente (40 que inician su jornada laboral y otros tantos
que la finalizan), en un espacio muy reducido, lo que puede dar
idea del aludido hacinamiento(...).
Por lo que hace referencia a la Sala de Retén, lugar donde
permanecen los agentes de Seguridad durante su jornada laboral, en
el comunicado se explica que cuenta con unas dimensiones de quince
metros cuadrados. «En ella 40 agentes de la Agrupación Rural de
Seguridad (G.R.S.) deben prestar servicio, disponiendo de siete
sillones viejos para los 40 agentes. Al no poder albergar la Sala a
tantos agentes, estos se ven obligados a permanecer en el patio.
Esta situación es más acuciante ante fenómenos meteorológicos
adversos».
En cuanto a los cuartos de baño, la Asociación Unificada de
Guardias Civiles comenta que carecen de cualquier indicio de
higiene: «son sencillamente repugnantes. No hay toallas ni jabón ni
papel higiénico, con los consiguientes problemas sanitarios y de
alivio de sus necesidades fisiológicas. Tampoco existen duchas
donde poder combatir las altas temperaturas o asearse después de
una intervención que lo requiera. Pero esto no es lo peor, ya que
las mujeres guardias civiles deben cambiarse en los mismos
vestuarios que los hombres y utilizar los mismos aseos, denigrando,
si cabe, aún más a este personal femenino, que en su mayoría se ve
obligado a venir de uniforme desde su domicilio y no utilizar el
aseo durante las 8 horas que dura su servicio, como mínimo».
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