El cadáver fue localizado en un paraje de la finca del Camí de sa Rotana.

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La noche del pasado once de junio se localizó el cadáver de Andrés Moyá, de 35 años de edad, en un paraje de la finca es Camí de sa Rotana. El cuerpo tenía una cuerda anudada al cuello y una camiseta que le cubría la cabeza. Desde un primer momento, en base a los primeros resultados de la autopsia y a investigaciones sobre la vida del fallecido, se fue informando en este periódico de que se trataba de un asesinato, lo que llegó a ponerse en entredicho por policías y algunos canales de información.

Ahora, las muestras que fueron enviadas a un instituto de Toxicología han sido ya remitidas a Manacor, y fuentes policiales confirman que en base a los análisis efectuados se confirma plenamente que Andrés Moyá fue asesinado. De los análisis se desprende que a la víctima le inyectaron grandes cantidades de cocaína en su organismo, lo que provocó su fallecimiento. Después los asesinos le anudaron la cuerda y le colocaron una camiseta que le cubría la cabeza y dejaron el cadáver abandonado en el paraje. El Cuerpo Nacional de Policía de Manacor es quien se hizo cargo de las investigaciones desde el primer momento. Se supo que Andrés Moyá acababa de llegar de Colombia cuando fue asesinado (dos días antes de hallarse el cadáver), y que en su organismo había transportado una cantidad de cocaína no determinada.

También se estuvo intentando localizar a un amigo colombiano de la víctima, que residía en Manacor. Pero esta persona abandonó la Isla de una manera un tanto precipitada tras conocer la muerte de Moyá. Lo último que se supo de él fue que se había desplazado por vía aérea a Sevilla, donde se le perdió la pista y ya no se han tenido más datos. Se presupone que el móvil del asesinato fue un ajuste de cuentas detrás del cual no se descarta que esté un clan de narcotraficantes de Manacor, aunque tampoco se descarta que los ejecutores del crimen fueran colombianos.

Andrés decía que querían acabar con su vida
Andrés Moyá, la víctima, había nacido en Extremadura. Tenía 35 años, estaba separado y desde hacia siete años mantenía una relación sentimental con una mujer de Manacor, de la cual nació una niña. Un mes antes del crimen la pareja se separó. En Manacor el hombre tenía una pequeña empresa de construcción aunque no funcionaba con normalidad. Según manifestaron algunas personas a este periódico, desde hacia un tiempo Andrés decía que alguien quería acabar con su vida.