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TOMEU GARCIES El temporal representó ayer su última y no menos espectacular función en la zona norte de Mallorca, agravando aún mas la caótica situación en la que se encuentran sumergidos los que han sido los municipios mas afectados por las inclemencias meteorológicas.

Éste es el caso de Pollença donde los males se extendieron ayer del Moll hacia la vila. Ni más ni menos que un cap de fibló se formó alrededor del mediodía disparando la alarma entre los vecinos del pueblo. Las consecuencias del singular fenómeno metereológico fueron devastadoras. El oratorio del Roser Vell resultó fuertemente dañado de la misma manera que algunos de los grandes árboles que lo rodean. A su paso, el torbellino se llevó por delante numerosos pinos y frutales. En el núcleo urbano, hizo volar por los aires, materialmente, parte de los tejados de algunas casas. En su recorrido el cap de fibló atravesó la nueva escuela sembrando el desorden en el patio y destrozando la zona de juegos escolares. Esta circunstancia agrava aún más los daños que ha padecido Pollença donde, sólo en infraestructuras públicas, el Ajuntament ya ha valorado las pérdidas en mas de 850 millones de pesetas.

El granizo y la lluvia, de forma desmedida, se cebaron también sobre las poblaciones de Can Picafort, sa Pobla, Muro y el Port d'Alcúdia. La carretera de Artà se llevó la peor parte, quedando inundada en algunos tramos mientras que, en Can Picafort, buena parte de las calles se transformaron en improvisados torrentes que vertían de forma violenta el agua al mar.

En Sa Pobla, s'Albufera volvió a experimentar una nueva crecida que obligó, otra vez, a cortar el tráfico por la carretera des Murterar. A la vez, el paseo marítimo de Alcúdia quedaba inundado en parte. Al final, después de hora y media de agua infernal, volvió a aparecer el añorado sol.