Una intensa tormenta de lluvia y granizo pusó ayer el colofón a
prácticamente una semana vivida a golpe de sobresaltos, pérdidas
materiales y tragedias personales.
El temporal, que según los expertos en meteorología ya se ha
alejado de nuestras costas, dio ayer los últimos coletazos dando
muestra de su enorme potencia entre las 11 y las 12 horas, cuando
una impresionante granizada sorprendió a todos pese a que las
últimas predicciones ya habían advertido de la posibilidad de que
el granizo cayera sobre puntos muy concretos de la Isla.
Entrando por la bahía de Palma, la calabruixada dejó a su paso
por la ciudad, y de manera muy especial en la Platja de Palma, un
espectacular manto blanco formado por bolas de granizo de unos dos
centímetros de diámetro. La arena desapareció del panorama playero
y la lluvia y el calabruix se adueñaron de las calles, anegando de
nuevo cuanto encontraron a su paso y estando a punto de cubrir
incluso las aceras en zonas tan próximas al mar como es
Molinar.
Carreteras, plantas bajas, locales comerciales y sótanos de
Peguera, s'Arenal, Santa Ponça, Son Ferriol y Palma resultaron de
nuevo afectados por la tormenta, que en unos momentos oscureció el
cielo del sur de Mallorca reduciendo la visibilidad de forma más
que considerable.
En cuestión de minutos, la granizada fue adentrándose en la
Isla, alcanzando su máxima intensidad al llegar a Sóller y la zona
de Alcúdia. El manto que dejó allí alcanzaba los cinco centímetros
de espesor, mientras que el diámetro del pedrisco caído en Inca
medía entre tres y cuatro centímetros.
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