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ANA PÉREZ Una intensa tormenta de lluvia y granizo pusó ayer el colofón a prácticamente una semana vivida a golpe de sobresaltos, pérdidas materiales y tragedias personales.

El temporal, que según los expertos en meteorología ya se ha alejado de nuestras costas, dio ayer los últimos coletazos dando muestra de su enorme potencia entre las 11 y las 12 horas, cuando una impresionante granizada sorprendió a todos pese a que las últimas predicciones ya habían advertido de la posibilidad de que el granizo cayera sobre puntos muy concretos de la Isla.

Entrando por la bahía de Palma, la calabruixada dejó a su paso por la ciudad, y de manera muy especial en la Platja de Palma, un espectacular manto blanco formado por bolas de granizo de unos dos centímetros de diámetro. La arena desapareció del panorama playero y la lluvia y el calabruix se adueñaron de las calles, anegando de nuevo cuanto encontraron a su paso y estando a punto de cubrir incluso las aceras en zonas tan próximas al mar como es Molinar.

Carreteras, plantas bajas, locales comerciales y sótanos de Peguera, s'Arenal, Santa Ponça, Son Ferriol y Palma resultaron de nuevo afectados por la tormenta, que en unos momentos oscureció el cielo del sur de Mallorca reduciendo la visibilidad de forma más que considerable.

En cuestión de minutos, la granizada fue adentrándose en la Isla, alcanzando su máxima intensidad al llegar a Sóller y la zona de Alcúdia. El manto que dejó allí alcanzaba los cinco centímetros de espesor, mientras que el diámetro del pedrisco caído en Inca medía entre tres y cuatro centímetros.