La Policía Judicial de la Guardia Civil de Palma está explorando
otras líneas de actuación para aclarar el crimen de una mujer cuyos
restos aparecieron en un saco en una finca de la carretera de
Esporles, en el mes de abril de 2000. Una de las nuevas pistas pasa
por localizar a una testigo que anunció que tenía información
privilegiada sobre el caso y luego, por miedo, se echó atrás y no
quiso entrevistarse con la Benemérita.
La víctima era una mujer de entre 30 y 40 años, de 1'67
centímetros de altura y de complexión muy delgada, que recibió una
puñalada en la espalda y un disparo en la cabeza, con una pistola
de 9 mm. El 4 de abril unos trabajadores del Ibanat (Instituto
Balear de la Naturaleza) que estaban retirando maleza del margen de
la carretera de Esporles encontraron, a la altura del kilómetro 76,
un saco translúcido que contenía unos restos humanos en avanzado
estado de descomposición. La investigación posterior, que fue
exhaustiva, permitió descubrir que el crimen no se había cometido
en la finca de Son Dameto, donde apareció el cuerpo momificado,
sino en otro paraje o localidad, quizás Banyalbufar o Valldemossa.
Pero los agentes toparon con un problema casi insalvable: el tiempo
transcurrido desde el asesinato, que diluyó o eliminó la mayoría de
las pruebas potenciales. De hecho, una correcta inspección ocular
en el escenario de un crimen horas o días después de cometerse el
mismo puede garantizar que se esclarezca en un tanto por ciento muy
elevado, aunque el asunto cambia de forma radical cuando el
descubrimiento llega tarde, como en el caso del cadáver de la
carretera de Esporles.
Los restos recogidos en Son Dameto fueron remitidos al Instituto
de Toxicología de Barcelona, a fin de confeccionar un informe
antropométrico y fijar días, lugares y tipologías. Ahora se sabe
que gracias a la dentadura que conservaba la mujer se ha concretado
que era «no europea», y muy presumiblemente sudamericana o
africana. Curiosamente nadie denunció su desaparición y este
indicio hace pensar en que se podía tratar de una prostituta o de
una mujer que se movía en ambientes marginales. Ahora ha
trascendido que una fémina se puso en contacto con el 062, el
teléfono de emergencias de la Guardia Civil, y dijo que conocía
datos claves del caso, su posible autoría y otros extremos. Los
agentes comprobaron que no se trataba de una broma o de un 'farol'
y trataron de convencer a la mujer para que se entrevistara con
ellos y les facilitara toda aquella información. La comunicante,
sin embargo, se asustó y colgó. Ahora la Benemérita intenta
rastrear la llamada, pero la mujer parece que se ha esfumado. La
resolución del crimen podría depender de ella.
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