«¡Quiero ver a mi hija, por Dios!, ¿No me puedo ir con ella?, se lo
suplico». La madre de Sandra González Aguilera se dirigía con estas
dramáticas palabras a un empleado de la empresa funeraria que
estaba cargando el cadáver de su hija en la furgoneta. Horas antes,
a las 10.30 de la mañana, el cuerpo sin vida de la joven fue
descubierto en su casa del Coll d'en Rabassa, con el cráneo
reventado a golpes. Junto a él se hallaba su novio y presunto
asesino, que fue detenido tras intentar suicidarse cortándose las
venas y tirándose a un torrente.
La pareja formada por Sandra y Alberto López Rodríguez, de 22 y
25 años, llevaba unos cuatro años de relación y en noviembre se
trasladó a vivir en una planta baja de la calle Brunete, que había
alquilado hasta marzo. Con anterioridad convivieron unos meses en
la casa de los padres de la joven, porque la familia quería que
ahorraran dinero y pudieran independizarse. Anteayer por la noche,
poco antes de las doce, los vecinos de la calle Brunete escucharon
unos fuertes golpes en la planta baja, pero nadie sospechó que se
podía tratar de un asesinato, a pesar de que el individuo fue visto
saliendo del domicilio, en calzoncillos y dando tumbos. Por tanto,
la policía cree que el crimen pudo producirse entre las once y las
doce de la noche, es decir, unas 10 horas antes de descubrirse la
tragedia.
Los dos jóvenes no habían protagonizado ningún altercado de
consideración desde que se trasladaron al Coll d'en Rabassa y el
día 31 cenaron con la familia de ella. La alarma, no obstante, ya
saltó el miércoles, cuando Sandra no se presentó a comer en casa de
sus padres, ni contestó a las llamadas. Ayer, por la mañana, la
madre de él llegó a la casa, también preocupada por la ausencia de
noticias, y se encontró el cadáver de la chica tendido en el
comedor, sobre un gran charco de sangre y con un tremendo golpe en
el cráneo. Junto al cadáver había una maza y un pañuelo. La
autopsia deberá aclarar si Sandra también fue estrangulada antes de
recibir el mazazo.
Alberto confesó a su madre que había matado a Sandra y después
se encerró en un cuarto. La mujer, de inmediato, llamó a los padres
de la fallecida y les dio un mensaje tan escueto como inquietante:
«Venid, ha ocurrido una tragedia». Cuando la familia de Sandra
llegó a la planta baja ya se encontraba la policía y el supuesto
asesino aún seguía en el domicilio. El individuo fue trasladado en
una ambulancia a un hospital, pues presentaba cortes por autolesión
en ambas muñecas y heridas en una pierna, ya que por la noche se
había arrojado en moto al torrente del Molinar. Al salir custodiado
de la casa, la madre de la joven llamó «asesino» a Alberto, al que
había acogido en su propia casa meses antes.
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