La funeraria trasladó el cuerpo de la joven al cementerio de Palma, ante la desesperación de sus familiares.

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Funcionarios del Grupo de Homicidios del Cuerpo Nacional de Policía han dado por finalizadas las investigaciones llevadas a cabo en relación a la muerte de Sandra González Aguilera, de 22 años, a manos de su compañero Alberto López, de 25. El homicida manifestó que había conocido a la víctima hacía unos dos años y que, poco después, inició una relación amorosa. Afirmó que era consumidor habitual de alcohol, cocaína y sustancias psicotrópicas por lo que se vio en la necesidad de ingresar en una clínica de desintoxicación. A la salida de este centro decidió junto con su novia ir a vivir a una vivienda en régimen de alquiler. Las relaciones de la pareja no eran armoniosas ya que Sandra también era adicta a la cocaína.

Alberto trabajaba de alicatador y había recibido por adelanto la suma de 100.000 pesetas de la empresa en la que trabaja, dinero éste que entregó a sus padres para que se lo guardaran. Entre los días 25 y 28 de diciembre, Alberto y Sandra se personaron en el domicilio de los padres del primero aprovechando que estaban ausentes. Alberto, que conocía el lugar donde se encontraba la caja fuerte maniobró la misma procediendo a su apertura. Dentro, había dos sobres conteniendo el primero las 100.000 pesetas suyas y el segundo 750.000, propiedad de sus padres, cogiendo en ese momento solo el sobre de su propiedad.

El miércoles de la pasada semana Alberto se fue a su trabajo regresando al domicilio sobre las 13.00 horas, muy nervioso a causa de los remordimientos e intentó convencer a su novia para simular un robo en el domicilio de sus padres, para lo cual había comprado en una ferretería una maza al objeto de golpear la puerta. Según él, ella no quiso y lo insultó, además de decirle que no le quería. La discusión subió de tono y Alberto le dijo que se quería suicidar. La joven le contestó que no tenía valor para hacerlo. Entonces, Alberto cogió una almohada y la apretó contra el rostro y el cuello de Sandra. Después, con la maza la golpeó en la cabeza repetidas. Minutos después salió y adquirió en un comercio un sobre y papel, escribiendo una carta de despedida. En el barrio chino volvió a adquirir más droga y un cuchillo, montando en un taxi. En el trayecto informó al conductor de lo que había hecho y su intención de suicidarse. El taxi le dejó en sa Riera y Alberto se arrojó por un terraplén sin conseguir su propósito.