Alrededor de 25 coches de alquiler pertenecientes a Hasso salieron
malparados tras «haber participado» en un rally protagonizado por
gamberros. Sucedió no se sabe exactamente si en la noche del pasado
sábado o en la del domingo. Lo que sí parece claro es que ocurrió
de noche, en el fin de semana último, cuando el solar en el que se
encuentran estacionados cientos de coches del rent a car de Hasso,
sito en la carretera de Valldemossa, cierra sus puertas y se queda
sin vigilancia física.
Según nos contaba ayer el encargado de ese parking, los
causantes de los destrozos en algo más de una veintena de
vehículos, a tenor de las huellas halladas podrían haber sido
jóvenes que, amparados por las sombras de la noche, entraron en el
recinto saltando una de las vallas ubicadas en la parte posterior
del mismo.
Los «pilotos», tras haber elegidos las máquinas apropiadas (y en
condiciones, pues algunos vehículos tienen la batería agotadas)
pusieron los motores en marcha echando mano de la llave que se
guardaba en un lugar del interior del mismo, y del que ellos, a lo
que se ve, tenían conocimiento. Y comenzó la función. Los motores
rugieron y, a poco, las carreras y los trompos se fueron sucediendo
por tiempo indefinido. Algunas de las veces, los coches, a toda
velocidad, chocaban contra otros, aparcados, deteriorando con el
impacto parte de sus carrocerías y faros.
Otras veces terminaban empotrados contra la pared de la tapia, o
contra un árbol. O volvían a estrellarse contra otro coche. Los
había también que agotado el combustible, acababan aparcados vayan
a saber dónde. «Por fortuna -señaló el custodio del párking-
eligieron siempre coches usados, no los nuevos, que están aparcados
en otro lugar, y que seguramente no vieron». ¿Que a cuánto pueden
ascender las pérdidas? A ojo de buen cubero, y entre unas cosas y
otra, sobre unos tres millones de pesetas, calcula Hasso.
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