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PEDRO PRIETO Alrededor de 25 coches de alquiler pertenecientes a Hasso salieron malparados tras «haber participado» en un rally protagonizado por gamberros. Sucedió no se sabe exactamente si en la noche del pasado sábado o en la del domingo. Lo que sí parece claro es que ocurrió de noche, en el fin de semana último, cuando el solar en el que se encuentran estacionados cientos de coches del rent a car de Hasso, sito en la carretera de Valldemossa, cierra sus puertas y se queda sin vigilancia física.

Según nos contaba ayer el encargado de ese parking, los causantes de los destrozos en algo más de una veintena de vehículos, a tenor de las huellas halladas podrían haber sido jóvenes que, amparados por las sombras de la noche, entraron en el recinto saltando una de las vallas ubicadas en la parte posterior del mismo.

Los «pilotos», tras haber elegidos las máquinas apropiadas (y en condiciones, pues algunos vehículos tienen la batería agotadas) pusieron los motores en marcha echando mano de la llave que se guardaba en un lugar del interior del mismo, y del que ellos, a lo que se ve, tenían conocimiento. Y comenzó la función. Los motores rugieron y, a poco, las carreras y los trompos se fueron sucediendo por tiempo indefinido. Algunas de las veces, los coches, a toda velocidad, chocaban contra otros, aparcados, deteriorando con el impacto parte de sus carrocerías y faros.

Otras veces terminaban empotrados contra la pared de la tapia, o contra un árbol. O volvían a estrellarse contra otro coche. Los había también que agotado el combustible, acababan aparcados vayan a saber dónde. «Por fortuna -señaló el custodio del párking- eligieron siempre coches usados, no los nuevos, que están aparcados en otro lugar, y que seguramente no vieron». ¿Que a cuánto pueden ascender las pérdidas? A ojo de buen cubero, y entre unas cosas y otra, sobre unos tres millones de pesetas, calcula Hasso.