El caso de la desaparición de Ana Eva Guasch, la filóloga palmesana
de 27 años, está policial y judicialmente estancado, y cuando se
cumple medio año desde la última vez que fue vista las esperanzas
de encontrarla van menguando. El juzgado de Palma que instruyó las
diligencias por la desaparición ordenó el sobreseimiento temporal
de la causa, a la espera de que aparezcan nuevos indicios que la
puedan reabrir. El Grupo de Homicidios ha trabajado denodadamente,
pero tampoco ha tenido suerte y lo cierto es que a estas alturas
sólo tiene un retrato robot de un sospechoso que fue visto
merodeando por su casa días antes de la desaparición y decenas de
declaraciones de familiares, amigos y testigos, que no han aportado
demasiado.
Ana Eva Guasch era profesora del colegio Santa Mónica, en Palma,
y vivía sola en las proximidades, en concreto en un primer piso del
número 79 de la calle Aragón. Su caso está rodeado de incógnitas y
una de ellas es saber cómo alguien pudo sacarla a la fuerza de su
casa (tras entrar sin forzar la cerradura) y llevársela, sin que
nadie viera o escuchara nada. La escalera de la finca es angosta,
lo que hubiese dificultado esa posibilidad, y Ana Eva no abría la
puerta a extraños de madrugada, lo que podría significar que la
persona que llamó era un conocido suyo, o al menos alguien en quien
ella confiaba.
Los días siguientes a la desaparición fueron trascendentales y
lo cierto es que la investigación no avanzó lo suficiente para
encontrar una pista a tiempo. La inspección ocular en la vivienda
no advirtió síntomas de violencia, pero fue su familia la que
detectó que el piso estaba «sutilmente» alterado. En la lavadora,
por ejemplo, había ropa sin lavar en el tambor, algo que nunca
hacía la profesora, y los cojines del sofá estaban colocados de una
forma que no utilizaba la joven. Las ventanas también estaban
abiertas de una manera que no era propia de la filóloga. En fin, un
cúmulo de circunstancias como mínimo inquietantes y que hacen
pensar que la desaparecida abrió a alguien esa madrugada, la noche
de las vírgenes.
Su coche apareció correctamente aparcado cerca de su casa y de
sus cuentas bancarias no se ha tocado ni un euro. Un testimonio
aportado por un testigo provocó que la investigación se encaminara
hacia el mundo de las sectas, por si Ana Eva había sido captada,
pero esa hipótesis tampoco goza de demasiados partidarios y no
avanza.
Otros dos compañeros de instituto también
desaparecieron
El destino ha unido para siempre a Gregorio Palao Cespedosa, Miquel
Àngel Valls y Ana Eva Guasch Melis, que desaparecieron entre 1994 y
2001 y que curiosamente eran compañeros de instituto. Los tres
jóvenes residían en barriadas próximas, y de ahí que todos cursaran
sus estudios en el centro Joan Maria Thomàs, en la calle Pablo
Iglesias. Gregorio fue visto por última vez en la calle Lluís
Martí, el 22 de diciembre de 1994, y apareció muerto tres años
después. Miquel Àngel desapareció en la calle Balmes el 5 de enero
de 1998 y Ana Eva en la calle Aragón el 21 de octubre pasado. Los
tres casos ocurrieron en un perímetro muy limitado de Palma, lo que
todavía produce más inquietud.
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