Una mesa y algunas sillas de madera, junto a la entrada de Central Mimbrera. Foto: A.S.

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Los expertos creen que los daños en la nave de Central Mimbrera, en el polígono de Son Castelló de Palma, superarán los 1.000 millones de pesetas, aunque los peritos continuaron ayer trabajando para concretar la cifra.

El día después del siniestro que destruyó aquellas instalaciones fue la constatación de las dimensiones que alcanzó el fuego en pocos minutos, sobre todo debido a la cantidad de madera y material inflamable que había almacenado. El recinto de Central Mimbrera tiene la entrada principal por la calle Gremi Saboners y la trasera por Gremi Forners, precisamente donde se iniciaron las llamas. El edificio tiene unos cinco mil metros cuadrados, planta baja, dos superiores y un sótano. La fachada mide unos cuarenta metros y la nave, de largo, supera los cien. Pues bien, todo ese recinto, inaugurado hace unos 25 años, se desplomó el lunes por la mañana a consecuencia de las temperaturas volcánicas que se alcanzaron.

Los cerca de treinta trabajadores de la Central Mimbrera, propiedad del empresario Francisco Morales, pudieron incorporarse a las siete de la mañana a su jornada laboral, pero una hora después todo cambió. Por fortuna, los camiones de reparto habían sido sacados del garaje, por lo que al menos la flota automovilística no se ha visto afectada. El resto, en cambio, ha quedado reducido a cenizas. Antonio González, el gerente del negocio, explicó ayer que los empleados sabían perfectamente por que puerta salir, si bien unos vecinos declararon que uno de ellos quedó atrapado y tuvo que saltar por una ventana. Sea como fuere, lo cierto es que nadie resultó herido y a tenor de cómo quedaron las instalaciones fue un auténtico milagro.

Ayer, a las doce del mediodía, aún salía humo de entre los escombros, recordando que 24 horas antes aquello se había convertido en un infierno. El techo de uralita se vino abajo por partes, lo que evitó el efecto de onda expansiva que habría tenido una caída global de la techumbre y que habría afectado en mayor medida a las empresas colindantes con Central Mimbrera. En la calle Forners la nave arrasada está flanqueada por un distribuidor oficial de Repsol, donde se almacena material sensible, y por el negocio Font-Canet. Ambos han resultados con desperfectos, por efecto de los «daños colaterales», pero nada comparable a lo ocurrido en la tienda y almacén de mimbre.

En la entrada principal la sede de Retevisión ha sido la más afectada, ya que parte de la torre con antenas parabólicas y material de última generación se fundió a causa de las altísimas temperaturas. Manuel y José Ramón, dos de los técnicos, confirmaron que la nave destruida estaba asegurada «porque nos han dicho que una compañía se hará cargo de los daños que nos han provocado» y relataron que cuando las llamas alcanzaron su máxima intensidad se vivieron momentos de gran angustia: «Los camiones de reparto no estaban dentro y por fortuna pudieron sacar también los discos duros y los sistemas informáticos». La intención del dueño de Central Mimbrera, tras el varapalo del lunes, es reabrir el negocio en algunos meses.