En las fotos se observan distintas lesiones en el cuerpo de Antonia.

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Antonia tiene 30 años, es madre de dos niñas de seis y siete años, que nacieron ambas en el Hospital de Son Dureta, y arrastra sobre sus espaldas una historia espeluznante que quiere contar. En febrero de 1993 comenzó a convivir en Inglaterra con un británico, padre de las dos niñas, y la pareja se separó en febrero de 1999. Las menores vivieron con su madre y en noviembre de 2000 el padre formuló peticiones para obtener la patria potestad de sus hijas. El caso se planteó ante el Tribunal del Condado de Plymouth y el 7 de diciembre de 2001 el juez Tyzack Q.C. dictó una orden por la que prohibía a la madre trasladar a las niñas fuera de Inglaterra y Gales.

En aquellas fechas Antonia formuló numerosas denuncias contra el padre de sus hijas por agresiones continuas y malos tratos, adjuntando fotos de las lesiones con los partes de asistencia en el Demford Hospital. La mujer cuenta que, debido al pánico que llegó a sentir, tapió las ventanas de su casa con maderas para evitar que el hombre pudiera entrar. Al prolongarse su calvario en Inglaterra y no dársele una solución, Antonia cuenta que decidió incumplir la orden del tribunal y se escapó, regresando a Mallorca. Al tenerse conocimiento de la huída el tribunal de Inglaterra remitió un escrito a las autoridades españolas, en las que señalan que la madre y las menores abandonaron el país el 26 de marzo de 2002 en compañía del abuelo paterno.

Por ello solicitan que se cumpla la orden del Tribunal de Plymouth y se localice a la mujer y se le obligue a regresar a Inglaterra. Antonia estuvo ayer en Ultima Hora para contar su caso y pedir ayuda. Cuenta que desde que llegó a Mallorca sus problemas han continuado y que nadie de las instituciones públicas le ha dado ayuda. Ni tan siquiera dispone de un lugar en condiciones donde dormir. La mujer asegura que ha acudido al Institut de la Dona, de donde la enviaron a una asistenta social. Después estuvo en centros de acogida y, por ejemplo en uno le negaron la ayuda porque su caso no es ahora el de una mujer maltratada. Estuvo unos días en un piso del IBAVI, en Palma, lleno de porquería y suciedad por todas partes, y de donde también se tuvo que ir. Finalmente se desplazó a una localidad de la Part Forana y ocupó una vivienda deshabitada, de donde también ha tenido que irse. Ayer acudió a la Consellería de Benestar Social y le dijeron que tenía que ir al Institut de la Dona.