Rüdeger Peter Oyntzen, el médico alemán que en el mes de septiembre
de 1996 mató a sus dos hijos en un hotel de sa Coma, ha solicitado
un indulto al Gobierno. El radiólogo se encuentra ingresado en la
prisión de Palma cumpliendo una condena de 34 años de cárcel
después de que en el mes de junio del año 1998 el tribunal popular
le declarara culpable de dos delitos de asesinato con las
agravantes de alevosía y parentesco. El acusado ha llevado el caso
hasta las últimas instancias judiciales. Primero planteó un recurso
ante el Tribunal Supremo, que ratificó la sentencia dictada por la
magistrada Margarita Beltrán. Después presentó un recurso ante el
Constitucional, que no prosperó y también fue rechazado.
La última oportunidad que le queda para no cumplir esta larga
condena es solicitar un indulto ante el Gobierno. El caso se lo
está llevando su abogado Carlos Portalo que, entre otros motivos
para plantear esta propuesta, es el arrepentimiento que mostró su
cliente desde el primer momento y por el comportamiento exquisito
que mantiene en la prisión de Palma en donde, dada su condición de
médico, está destinado en la enfermería de la cárcel colaborando en
la curación o atención de algunos pacientes. Rüdeger Peter Oyntzen,
además de realizar este trabajo penitenciario, también dedica el
tiempo libre que le queda para estudiar. Ha iniciado los estudios
de la carrera de Derecho a distancia.
La petición de indulto ha sido enviada al Ministerio de
Justicia, para que a su vez se estudie y se plantee ante el Consejo
de Ministros. Antes se tendrá que solicitar opinión a la Sala que
le condenó y a la Fiscalía de Palma, por lo que la resolución de su
propuesta aún puede retrasarse varios meses. Hay que recordar que
los hechos se produjeron en la madrugada del día 4 de septiembre
del año 1996. En aquellas fechas el médico disfrutaba de unos días
de vacaciones con sus dos hijos, Kattherina, de ocho años, y el
pequeño Matthias, de seis años. Antes de que los tres iniciaran el
viaje a Mallorca el acusado había recibido una notificación del
juzgado en la que se le anunciaba que había perdido la custodia de
sus dos hijos, que quedaban bajo los cuidados de su esposa, con la
que se encontraba separada desde hacía algunos meses. Aquella noche
el acusado engañó a sus hijos diciéndoles que se tomaran unas
vitaminas para prevenir las picaduras de los mosquitos, porque al
día siguiente irían a visitas unos pájaros exóticos.
El niño se tomó seis comprimidos de un fármaco hipnótico,
mientras que a la niña le suministró otras ocho pastillas. Al
quedarse ambos profundamente dormidos, a continuación su padre les
inyectó otro fármaco (que había traído desde Alemania), que al
mezclarse con las otras pastillas, le causó la muerte, primero al
niño, y después a su hermana. El médico escribió un diario, que se
inicia el primer día de sus vacaciones, y en el que explicaba que
mataría a los dos niños para evitar que volvieran con su madre.
Después de ello, el acusado intentó suicidarse varias veces, pero
no lo consiguió.
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