El juicio contra Mohamed Abdeoaim, el marroquí acusado de quemar a
una mujer de 22 años y causarle la muerte, quedó ayer tarde visto
para sentencia. En la sesión de ayer tuvo una destacada importancia
la declaración de los policías que realizaron la inspección ocular
del lugar de los hechos (un taller de marroquinería de la calle
José Zaforteza Musoles), los peritos que analizaron las pruebas
recogidas en el escenario del crimen pero, sobre todo, las dos
médicos forenses que realizaron la autopsia al cadáver de Ana
Torres.
Esta autopsia se practicó en Barcelona, lugar donde murió la
mujer tras ser trasladada a un hospital con quemaduras en el 90 por
ciento del cuerpo. Las forenses observaron en el cadáver de la
mujer, al menos, cuatro fracturas en el craneo. Estas lesiones, a
juicio de las expertas, eran mortales y se produjeron con un objeto
contundente, si bien no pueden precisar el arma utilizada en esta
agresión. De hecho, la policía no encontró en el lugar de los
hechos ningún objeto sospechoso, aunque al realizarse la inspección
ocular se desconocía que la mujer presentaba estas lesiones en el
craneo. También las forenses consideraron que es muy probable que
la mujer perdiera inicialmente el conocimiento, pero que al sentir
como se estaba quemando se levantara y saliera corriendo.
Además de los forenses, también declararon los peritos
policiales, que confirmaron que el elemento utilizado para quemar a
la mujer fue la cola de contacto. Uno de los inspectores descartó
que el incendio que sufrió la mujer fuera fortuito y afirmó que la
víctima sufrió una «llama directa e intencionada». El perito
detalló que el incendio se originó sobre la cabecera de la cama y
que la mujer después salió al patio, donde el acusado (según ha
reconocido) le arrojó el contenido de un bidón que aumentó el
volumen de las llamas que cubrían su cuerpo. El inspector señaló
que la cola de contacto es un material muy inflamable y, además, es
muy difícil que el fuego se apague arrojándole agua.
El acusado declaró el lunes que la propia Ana quien manipulaba
un bote de cola y que accidentalmente se quemó. Explicó que arrojó
sobre ella el contenido de un bidón ya utilizado de cola que él
había llenado de agua. Los peritos, a preguntas del abogado
defensor, Damián Mercadal, confirmaron que es posible que el
disolvente de este viejo bidón se quedara depositado en la parte
superior (esta sustancia no se disuelve con el agua) y que al
arrojarle el contenido sobre la víctima pudo elevar el volumen de
las llamas.
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