Nadie la ha visto, no se ha puesto en contacto con su familia o
amigos, no ha tocado el dinero de sus cuentas bancarias y sus
pertenencias siguen igual que el 21 de octubre de 2001:
¿desaparición voluntaria o secuestro? Un año después la principal
incógnita en el caso de Ana Eva Guasch sigue sin ser despejada. Su
familia, más por mantener la esperanza que por otra cosa, se aferra
desesperadamente a la primera hipótesis; sus amigos, en cambio, no
tienen dudas: alguien la mató e hizo desaparecer su cuerpo. La
policía, por su parte, no tiene indicios ni de una posibilidad ni
de otra, y sigue investigando el asunto.
Este periódico publica hoy las últimas fotos de la maestra,
tomadas la noche de su desaparición, horas antes de que fuera vista
por última vez. Esa noche, la de las Vírgenes, Ana Eva y un grupo
de amigos celebraron un cumpleaños en un piso de Palma, que
transcurrió de forma animosa y sin incidentes, y ya de madrugada se
trasladaron al bar La Bolsa, en el Passeig Marítim. La filóloga,
como queda reflejado en el documento gráfico, estaba especialmente
alegre y bailó hasta que decidió retirarse para no estar al día
siguiente, domingo, demasiado agotada. Era su día libre y quería
aprovecharlo.
Se subió a su Renault Megane acompañada de una amiga y su novio,
a los que dejó en su casa, y a eso de las 5.30 horas llegó a su
segundo piso de la calle Aragón. El coche apareció correctamente
aparcado en la calle, no muy lejos de allí, y hay constancia de que
llegó a entrar en la casa porque se quitó las joyas y dejó la ropa
para lavar. ¿Qué pasó luego?, ¿A quién abrió la puerta, si era una
joven responsable y nada incauta? Para los que la conocían está
claro que el intruso, si realmente lo hubo, tenía cierta confianza
con Ana Eva.
Una prueba que podría haber sido clave en la resolución del caso
fue la cámara de tráfico de la calle Aragón que está ubicada justo
delante del edificio de la filóloga, y que podría haber recogido el
momento de su salida. Las cintas, empero, se borran a los pocos
días y no fueron visionadas a tiempo. La profesora impartía clases
en Santa Mónica y había trabajado en la academia Estudi 6, dando
clases de castellano a inmigrantes. Ésa es otra de las pistas
seguidas, ya que por motivos laborales Ana Eva entró en contacto
con ciertos extranjeros de dudosas referencias. Su novio de toda la
vida, con el que rompió tras siete años de relación, fue otro de
los investigados, al igual que un argentino muy amigo de la
joven.
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