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«Quizás es que el ayuntamiento lo ve de otra forma, pero la verdad es que cada día que pasa la situación que plantea el Isla Azul se complica más». Los vecinos de Can Pastilla denunciaron ayer a este periódico que Cort sigue sin actuar para evitar la inseguridad que genera aquel hotel abandonado, que precisamente fue adquirido hace años por el consistorio y que debía ser destinado a dependencias municipales.

El edificio, muy deteriorado, se encuentra a treinta metros de la plaza de Can Pastilla y de la iglesia, y cada día sirve de refugio a marginados, que duermen y se asean en aquellas instalaciones. «El hedor que procede del Isla Azul es insoportable, porque en el interior todos los indigentes orinan y defecan y nadie quiere entrar a limpiarlo», explicaron los vecinos afectados, que no descartan movilizarse en las próximas semanas para obtener una respuesta del ayuntamiento.

Otro aspecto que les preocupa es el del deterioro de aquellas paredes: «Sólo pasar por al lado da miedo, porque parece que se va a caer. Está muy viejo y tendrán que tomarlo todo», añadieron los residentes, que se han llegado a enfrentar a pandillas juveniles que frecuentan la zona amparándose en el Isla Azul, que les sirve de 'punto de encuentro'. En la fotografía que ilustra este artículo se aprecia como dos niños de corta edad se suben a un coche correctamente estacionado y se balancean peligrosamente del letrero luminoso del hotel, que está a punto de desprenderse y constituye un peligro, tanto para los viandantes como para los vehículos aparcados. Esa situación es la que realmente molesta a los vecinos: «Por las noches hay gente muy rara merodeando por aquí y da miedo pasar junto al hotel, pero nadie hace nada para remediarlo y esto no puede seguir así», comentaron. La proliferación de drogas y la inseguridad, en opinión de los afectados, están directamente relacionados con el Isla Azul: «A cualquier hora del día es fácil encontrar a algún joven o no tan joven fumando 'porros' o inyectándose sustancias más peligrosas».