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Sin pausa pero sin prisa. La Policía Judicial de la Guardia Civil sigue practicando numerosas diligencias para aclarar la muerte de la adolescente alemana cuyo cadáver fue encontrado el 20 de septiembre en una finca de Llucmajor y de momento ha tomado declaración a 25 amigos de Stefanie Rüggeberg. La mayoría de los jóvenes interrogados son empleados de discotecas y bares de la zona de s'Arenal, muchos de ellos extranjeros, que conocían a la adolescente por coincidir en los ambientes de ocio nocturno.

Las fuentes consultadas insistieron en que han declarado en calidad de testigos, no como imputados, y los datos facilitados apuntan de nuevo a la fiesta a la que acudió Stefie como última pista. En Alemania las pesquisas siguen también su curso, a un ritmo no tan intenso, y ya ha sido localizado e interrogado un joven llamado Markus al que inicialmente la familia confundió con el novio de la fallecida.

El joven, en realidad, era un amigo de Stefie, pero no mantenía relaciones con ella. Su compañero real y un amigo de éste sí que son sospechosos de saber «algo» sobre el triste final de la adolescente y se está estrechando el cerco sobre ellos, de tal manera que todo indica que serán ubicados en los próximos días. Las pruebas de toxicología son el último fleco que queda en el apartado del examen forense y de ADN al que se sometieron los restos mortales de la menor alemana.

Los resultados, que se conocerán casi con seguridad la semana próxima, podrán determinar si Stefie ingirió alcohol antes de fallecer o si en su organismo había restos de sustancias prohibidas. El principal problema con el que se encuentran los investigadores radica en la falta de pruebas tangibles sobre la causa del fallecimiento. Está claro que no murió de forma natural, ya que apareció en posición semifetal en el interior de un matojo y vestida sólo con ropa interior y unos calcetines, aunque no se puede hablar de homicidio o asesinato porque los restos estaban momificados y demasiado deteriorados por las semanas que pasó a la interperie.