De esta manera, los expertos podrán determinar a qué altura y
velocidad volaba el aparato y también avanzar en las hipótesis
sobre el accidente. Por este motivo, a lo largo de la mañana los
equipos desplazados a sa Mola den Terrasa, en el término de
Bunyola, recogieron el altímetro, las palancas, los alerones, la
dirección y la brújula, entre otros efectos, del modelo Piper y
también rescataron los últimos trozos humanos que no se encontraron
el jueves.
La avioneta iba cargada de combustible y por esa circunstancia
la explosión fue tan potente. La velocidad estimada de vuelo es de
unos 300 kilómetros por hora y de la posición de los restos del
aparato se desprende que se estrelló frontalmente contra el muro
vertical de la roca. Una posibilidad para explicar esta
circunstancia es que la cima estaba cubierta por una capa de nubes
bajas y niebla y que, por ende, el piloto no la detectó hasta que
ya fue demasiado tarde.
La investigación de Aviación Civil durará varias semanas, o
quizás un mes, porque según las fuentes consultadas hay que tener
en cuenta muchos factores para realizar el informe final de
conclusiones. La Guardia Civil y la Policía Local de Bunyola, por
su parte, también están confeccionando otros atestados sobre lo
ocurrido cuando la avioneta se estrelló y murieron sus tres
ocupantes: Enrique Soria Miranda y los hermanos Francisco Javier y
Emilio García Bayona.
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