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PILAR RIPOLL
Balears cerró el año 2002 con el mayor índice de población reclusa de su historia. Según datos facilitados por la Dirección General de Instituciones Penitenciarias, dependiente del Ministerio del Interior, a fecha de 20 de diciembre la prisión de Palma acogía a 1.251 internos, de los que más de un tercio, un total de 335, eran preventivos y 916 penados.

Con esta cifra ya se ha superado la capacidad de la macro-prisión de Palma, prevista en un principio para albergar a 1.180 personas. La situación de saturación está provocando el aumento de episodios conflictivos, ya que la convivencia se ve dificultada tanto por su masificación como por la falta de funcionarios.

Los sindicatos de la prisión han denunciado que la plantilla de trabajadores sigue siendo la misma mientras la población reclusa aumenta día a día. Sus temores, según informaron fuentes sindicales, crecen frente al anuncio realizado por el Gobierno Central de «barrer» la pequeña delincuencia, que se traducirá en una mayor utilización de las prisiones.

El aumento de la inseguridad ciudadana y las medidas adoptadas por el Gobierno Central, único que tiene competencias en la materia, ha provocado un mayor número de detenciones, tanto de inmigrantes que se encuentran ilegalmente en el país como de personas que presuntamente han cometido algún delito.

La puesta en marcha de los juicios rápidos el próximo mes de abril puede intensificar el internamiento de más personas en las prisiones. Aunque esta medida contribuye a «quitar de la circulación» a los delincuentes, «no se han arbitrado las medidas de Instituciones para asumir la entrada masiva de internos a las cárceles», señalaron las mismas fuentes.

Por otra parte, aunque la inmigración no es la causa directa de la criminalidad, en la cárcel de Palma la proporción de extranjeros está establecida en aproximadamente un 16%, según fuentes de Instituciones Penitenciarias. En base a este porcentaje, uno de cada seis internos procede de fuera del Estado.

Los colectivos más numerosos son los marroquíes y colombianos, nacionalidades comunes en el resto de prisiones. A pesar de ello, en Palma se produce un hecho diferencial, ya que los franceses y alemanes ocupan lugares preferentes en las celdas y su número aumenta durante el verano. Los delitos más comunes de los reclusos de la prisión de Palma son, en el caso de los hombres, los robos en todas sus modalidades: contra el patrimonio y contra la propiedad, y en el tercer lugar se sitúa el tráfico de drogas. En el caso de las mujeres, los delitos contra la salud pública son los más frecuentes.