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Una mujer rusa de 32 años murió ayer degollada en una vivienda de Alicante, donde había instaladas cámaras de televisión de seguridad en el exterior, aunque «no funcionaban», y la puerta de entrada y las ventanas no habían sido aparentemente forzadas. La mujer salió hacer deporte por la mañana y, tras regresar a casa, comprobó que la antena de la televisión estaba mal colocada, por lo que telefoneó a su marido, que en esos momentos se encontraba fuera de la urbanización, para decirle que alguien había entrado en la vivienda.

Durante la conversación telefónica, la mujer subió por las escaleras para mirar en las habitaciones de la planta superior y cuando llegó a la altura de la puerta de uno de los dormitorios gritó y la comunicación se interrumpió.

El esposo, alarmado, intentó sin éxito llamarla por teléfono y avisó a continuación a la Guardia Civil, que se desplazó hasta la vivienda, donde encontró muerta a la mujer con graves lesiones por arma blanca y un corte en la yugular.

Un vecino que entró con los agentes en la vivienda sufrió «un shock» al ver a la mujer muerta «con el cuello cortado». Se sospecha que la víctima debió defenderse de su agresor, ya que presentaba una herida de arma blanca en un brazo.

Los vecinos manifestaron que se trataba de «una familia feliz y sin problemas», y afirmaron que la relación que la mujer mantenía con su hermano, de 24 años, que también residía en la casa y trabajaba con el marido, «era muy buena».