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EUROPA PRESS-SEÚL
Más de 200 personas podrían haber muerto ayer y cerca de 140 resultaron heridas o intoxicadas en el incendio provocado por un supuesto desequilibrado en el metro de la ciudad surcoreana de Daegu (sureste). El balance era ayer tarde provisional ya que las tareas de recuperación de cuerpos no habían concluído. Según las investigaciones preliminares, el autor del incendio, que utilizó un cóctel molotov, pretendía vengarse de un error médico.

Horas después la policía detuvo a un sospechoso en relación con el atentado, un individuo identificado como Kim Dae Han, de 56 años de edad y con antecedentes de problemas psiquiátricos, que había ingresado con los demás heridos en uno de los hospitales, con quemaduras que presuntamente había sufrido en el metro. «Algunos testigos ya le han reconocido y le estamos interrogando», precisó el jefe de la célula de emergencia, Kim Byung Tak. Las primeras investigaciones adelantadas por fuentes policiales indican que el sospechoso podría haber provocado el incendio como venganza contra una clínica de medicina oriental que le operó en 2001 tras sufrir un ataque cerebral, y que le provocó graves secuelas físicas. Al parecer, el individuo había comentado en varias ocasiones con su familia que tenía la intención de perpetrar un ataque contra la clínica. Testigos presenciales indicaron que, hacia las diez menos cinco de la mañana, cuando el convoy llegaba a la estación 'Jungangro', el individuo sacó de su mochila una botella, al parecer de leche, rellena de material inflamable que empezó a arrojar por el suelo. Antes de que ninguna de las personas que le rodeaban pudieran reducirle, encendió la botella y la lanzó contra el suelo, por lo que el vagón prendió fuego de inmediato. «Cuando el tren llegó a la estación y se abrieron las puertas, un hombre vestido con ropa deportiva encendió una botella verde de leche con un mechero, la lanzó en el interior del vagón y se escapó corriendo», explicó uno de los testigos, Chon Yoong Nam. En un primer momento sólo se incendió el tren en el que viajaba el sospechoso, pero las llamas se extendieron rápidamente a un segundo convoy que llegó poco después a la estación en dirección contraria. Kim Bok Sun explicó que su hija Kang Yeon Ju, de 21 años de edad, se encontraba en el tren incendiado y llamó por teléfono con un ataque de pánico. «Sólo pudo decirme que había fuego y que la puerta del tren no se abría, así que le dije que rompiera alguna ventana para salir. Volví a llamarla después pero ya no cogió el teléfono». En el momento del siniestro había unas 400 personas entre los dos convoyes.