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AGENCIAS-NUEVA YORK
Cuando todavía permanece fresca en la retina la imagen de las Torres Gemelas desplomándose en el corazón de Manhattan, la población neoyorquina volvió ayer a vivir una jornada de angustia motivada por el incendio en una refinería de petróleo que provocó un herido y dos desaparecidos y dibujó sobre el cielo de la famosa isla un decorado muy parecido al de aquel fatídico 11-S. Avanzadas las investigaciones para esclarecer el suceso, la policía atribuyó la explosión, ocurrida ayer, de una barcaza de propano en una terminal de carga de la compañía Exxon Mobil de Staten Island a un accidente y no a un atentando, circunstancia que aprovechó la Casa Blanca para tranquilizar a la población, todavía convulsionada por las acciones terroristas llevadas a cabo por el millonario saudí Osama Bin Laden y la posterior caída de un avión de pasajeros, al parecer accidental, sobre el barrio residencial de Queens.

Informes preliminares indicaron que la explosión ocurrió mientras se transfería un producto petrolero con la barcaza. No obstante, el lógico nerviosismo inicial, alimentado por el clima prebélico que enfrenta a Estados Unidos e Irak, se manifestó en un fuerte aumente del precio del petróleo. El pánico que en las últimas semanas se ha adueñado del mercado petrolero aumentó ayer de forma considerable.