Un centenar de coches para desguace y seis autocares, además de un
camión que se encontraba operativo, quedaron devastados en la
madrugada de ayer en Llucmajor a consecuencia de un incendio en una
chatarrería que al cierre de esta edición todavía no había sido
extinguido por completo.
Los terrenos donde se ubica el negocio están situados en la
salida del pueblo en dirección a Algaida, junto a la finca de
Buniferri. A eso de las cuatro de la madrugada los vecinos se
despertaron sobresaltados por el fuerte olor a goma quemada y
algunas detonaciones, y al abrir las ventanas de sus casas
descubrieron llamaradas de varios metros de altura en el desguace,
a unos 200 metros de las viviendas. El dispositivo de emergencia se
puso en marcha de inmediato y colaboraron varios parques de
bomberos, dirigidos por los de Llucmajor, y la Guardia Civil. A
esas horas llovía copiosamente, pero esa circunstancia no fue óbice
para que las llamas se fueran extendiendo por la mayoría del
recinto, al tiempo que se sucedían las explosiones en los depósitos
de gasolina.
Durante las tareas de extinción, en la que participó una
veintena de bomberos, se tuvo que retirar una línea de alta tensión
(de 65.000 voltios) ya que existía peligro de que el fuego la
alcanzara, con consecuencias imprevisibles. Un camión valorado en
48.000 euros, propiedad de la empresa que explota la chatarrería,
también fue pasto de las llamas, que llegaron a provocar una
humareda que con las primeras luces del día era visible desde
cualquier punto del pueblo. Por fortuna, el viento no soplaba en
dirección a las casas más próximas, por lo que no fue necesario
desalojarlas. Pau, uno de los vecinos, explicó a este periódico que
«me desperté por el estruendo de las explosiones y luego ya no pude
pegar ojo en toda la noche, porque temía que el humo entrara en la
casa mientras los niños dormían».
La Guardia Civil se entrevistó con el dueño del negocio y se
interesó por la causa que provocó el siniestro. En un principio se
especuló con que la caída de un rayo pudiera estar detrás del
incendio, pero los vecinos descartaron que la tormenta hubiera
llegado con aparato eléctrico. En cualquier caso, los
investigadores contemplan varias hipótesis, desde un cortocircuito
en una de las numerosas baterías de coche hasta la actuación de un
pirómano. En este sentido, los vecinos declararon que era habitual
que pandillas de muchachos frecuentaran la chatarrería en cuanto se
acababa el horario de apertura al público. A las once de la mañana,
cuando todavía quedaba un parque
(Pasa a la pág siguiente)*
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