En un primer momento, según informaron ayer en fuentes de la
Oficina Periférica de Comunicación (OPC) de la Guardia Civil de
Palma, la mujer de 70 años intentó evadir el control. Los agentes,
en ese instante, repararon en ella y se acercaron para preguntarle
si se encontraba bien. Ana contestó de forma incoherente, sin mirar
a la cara a los funcionarios y quedó «bloqueada» al pensar que
estaba a punto de ser desenmascarada. Fue entonces cuando los
especialistas antidroga la apartaron del resto de pasajeros y
registraron sus ropas y su escaso equipaje.
En el interior de la bolsa de playa que portaba encontraron
prendas íntimas y, entre ellas, una bolsa de tostadas, de la marca
«Silueta». Al sopesarlo, les llamó la atención el peso, inusual
para tratarse de pan, y decidieron abrirlo. En su interior se
encontraron dos bolsas herméticas de plástico transparente, que
contenían trozos compactos y amorfos de una sustancia blanca. Los
análisis posteriores con el «Drogatex NIK», un aparato de detección
rápida, permitieron confirmar que se trataba de cocaína de gran
pureza y los agentes, entonces, procedieron a la detención de Ana.
La mujer, muy asustada, aseguró que no sabía nada del alijo, pero
sus explicaciones no han convencido a los investigadores, que creen
que la señora trabajaba para una banda de narcotraficantes a cambio
de una determinada cantidad de dinero.
Las diligencias, ahora, han pasado al GIFA (Grupo de
Investigación Fiscal y Antidroga), que deberá descubrir sus
conexiones y concretar a quién iba dirigida la sustancia
estupefaciente. Las fuentes de la Benemérita consultadas indicaron
que utilizar ancianos para introducir droga por el puerto o el
aeropuerto se trata de «un procedimiento habitual», sobre todo en
países sudamericanos. En muchos casos, la persona de edad avanza
por la salida de pasajeros con dos «cebos» delante y detrás: se
trata de individuos de aspecto sospechoso que están compinchados
con el «correo» de edad y su misión es despistar a los guardias
civiles. Los agentes, normalmente, se deciden a registrar a estos
últimos que no a una «respetable» señora de 70 u 80 años. Los
«cebos», sin embargo, no llevan nada encima.
El alijo del Port de Palma no ha sido el único interceptado
estos días en Ciutat. Un libro que fue enviado por conducto postal,
y que cayó en manos de la Benemérita, contenía en su interior 400
gramos de cocaína. El libro constaba de tapas, pero en el interior
estaba hueco. El destinatario era un individuo que se alojaba en un
hostal de Palma y que, al comprobar que el envío había sido
interceptado, decidió escapar. Los agentes del GIFA han abierto una
investigación para dar con su paradero. Por su parte, el libro fue
abierto en el juzgado de guardia, en presencia de la autoridad
judicial.
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