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Antonio Navarro Muñoz, el minusválido que murió al ser arrojado por un acantilado de Eivissa, no falleció al instante, según confirmó ayer el hombre que se encontraba pescando en la zona y que fue el primero en encontrarle. Este testigo, que declaró ayer en el juicio que se sigue contra Francisco M.M., confirmó que primero escuchó algo que caía del precipicio, que era la silla de ruedas, y unos siete segundos después escuchó un segundo golpe, que se trataba del minusválido que se estampó contra el suelo. El testigo se acercó a la víctima y comprobó que aún respiraba. El minusválido murió después al desangrarse.

Otro vecino de Eivissa, que cuidaba a la víctima, negó que el minusválido tuviera alguna inclinación homosexual, como sostuvo el acusado, y explicó que el día del crimen el «Torete» llevaba 120 euros escondidos en un calcetín. Este dinero no fue encontrado en el cadáver. El fiscal Manuel Campoy retiró ayer la acusación de hurto y mantuvo la de asesinato contra Francisco M.M. El acusador reclama para el acusado una pena de 20 años de prisión. El juicio quedó ayer visto para sentencia. El jurado quedará hoy incomunicado hasta que alcance un veredicto sobre el caso.