La calle Bonico de ses Salines no es una calle cualquiera. En ella
se han producido dos asesinatos, en ella habitan los presuntos
implicados y los familiares de uno de los fallecidos y en las
escasas cuarenta casas que la conforman viven vecinos que, justo
cuando habían comenzado a olvidar y a superar el miedo, vuelven a
estar en vilo por la reciente reapertura del caso.
«Sólo sabemos lo que leemos en los periódicos», apunta una
vecina quien recuerda la fatídica mañana en que abrió la puerta de
su casa y «estaba todo lleno de gente, guardias civiles,
periodistas, vecinos y Andreu estaba muerto en el suelo, estaba
acuchillado pero no había una gota de sangre, no lo mataron aquí»,
sostiene. La misma vecina apenas recuerda el caso de Mateu Ferrer
conocido como xeremier, el otro hombre asesinado en 1984 cuyo caso
fue archivado entonces ya que se pensó que fue una muerte natural y
reabierto ahora al haber sido hallada una posible relación entre
los autores de ambos homicidios.
De hecho el caso de Mateu sólo ha sido recordado ahora y pocos
llegaron a imaginar que se pudiera tratar de un asesinato y mucho
menos que lo pudiera haber perpetrado alguien de la calle Bonico.
La sorpresa acerca de los implicados, A.S.M. y su hijo F.S., ha
sido una constante en los vecinos consultados. Unos amigos cercanos
a la familia no dudan en asegurar que «no los vemos culpables,
hemos sido toda la vida muy amigos y nos ha extrañado y aunque a
veces las apariencias engañan».
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