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Manuel Llinás, el hombre que estranguló a su novia en una vivienda de la calle Ausiàs March de Palma, estaba obsesionado con los temas de terror. El acusado, que reconoció que estranguló a su novia, Beatriz Garau, tras presenciar la película «Àngel muerto», tenía decorada su casa con varios cuadros que representaban dibujos de terror. También tenía esqueletos de animales y guardaba en una habitación una completa colección de películas de terror, que grababa a través de Internet. Así lo explicaron los policías que realizaron una inspección ocular en el lugar donde se cometió el crimen, en la vivienda que compartían desde hacía un año Manuel y su novia Beatriz, que murió estrangulada. La joven, que apareció muerta en el sofá del domicilio (el cadáver estaba desnudo y sólo tenía una camiseta colocada sobre ella), tenía además de unas marcas en el cuello una herida en la nariz. El agresor, mientras la estrangulaba con sus manos, le mordió la nariz. La mujer no presentaba ninguna señal de defensa.

A pesar de la gravedad del caso, la fiscal Rosa Cosmeli pide que el jurado popular declare la absolución del acusado y se basa en que los médicos han determinado que el acusado es un esquizofrénico y que en el momento de cometer los hechos estaba sufriendo un brote de su enfermedad. La fiscal pide que el acusado permanezca un periodo no inferior a 15 años en un centro psiquiátrico.

La familia de la víctima ejerce la acusación particular a través del letrado Miguel Ill Ferrer, que no cree que el comportamiento que mantuvo el acusado durante el desarrollo de los hechos coincida con el de un esquizofrénico que está sufriendo un brote. El letrado imputa al acusado un delito de asesinato con la agravante de alevosía y ensañamiento, y reclama una condena de 25 años de prisión. El letrado defensor Carlos Portalo pide que se decrete una medida de tratamiento ambulatorio para su cliente, al aceptar que sufre esta enfermedad mental.