La tempestad que azotó la capital balear dejó un amplio parte de
incidentes en varias zonas, entre ellos, desprendimientos de
balcones, desplazamientos de mobiliario urbano, árboles partidos y
arrancados y roturas de cristales. Muchos hogares y comercios
situados en plantas bajas quedaron anegados por el temporal y sus
moradores no tuvieron más remedio que achicar ellos mismos el agua
caída con cubos y fregonas. No sólo los vecinos de las plantas
bajas sufrieron inundaciones, ya que en pisos superiores que tenían
las ventanas abiertas sus propietarios tuvieron también que
achicar.
En el centro comercial de Porto Pí se trabajó a destajo para
combatir los efectos del temporal. Las fuertes ráfagas de viento,
que en algunos casos superaron los 100 kilómetros por hora, dejaron
un paisaje desolador en árboles, toldos, mesas de terrazas,
balcones y techos.
En la oficina bancaria de «La Caixa» de la plaza Berenguer de
Palou reventaron los cristales a consecuencia de lo que algunos
testigos calificaron como vientos «huracanados». La portavoz de la
entidad explicó que el viento arrancó de cuajo los cristales,
provocando daños en el inmobiliario, aunque no hubo que lamentar
ninguna desgracia personal. «El susto de nuestra gente que trabaja
allí fue monumental», explicó.
En la calle Bonaire quedó colgando parte de la protección de un
balcón, lo que obligó a la policía a cortar el tráfico de forma
momentánea. En la calle Jaume III, una farola se partió por la
mitad golpeada por un toldo arrancado por el viento, por lo que
operarios municipales arrancaron otros toldos que amenazaban con
salir por los aires.
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