El inmueble calcinado es un cuarto piso de reducidas dimensiones. Fotos: MARI VÁZQUEZ

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JAVIER JIMÉNEZ-MARI VÀZQUEZ
El apartamento está ubicado en el complejo Flamenco del Camino des Cingles número 8, en el Port de Sóller, y minutos después de la medianoche los pocos vecinos que residen en el edificio todo el año detectaron un fuerte olor a quemado.

Instantes después comprobaron que el humo procedía del apartamento número 20, propiedad de un alemán y que en la actualidad está deshabitado. Se trata de un piso de dimensiones reducidas -unos 50 metros cuadrados- y cuando los equipos de emergencia llegaron hasta esa dirección las llamas se habían extendido por todas las dependencias. En el dispositivo participaron bomberos de los parques de Sóller y Santa Ponça, Creu Rotja de Sóller, Policía Local y Guardia Civil, y la primera prioridad de los funcionarios fue evacuar a los vecinos, porque una densa columna de humo se había colado por la escalera interior y amenazaba con intoxicar a los residentes.

Media docena de vecinos, aproximadamente, fueron desalojados de sus viviendas, y esperaron en la calle, soportando bajas temperaturas, a que finalizaran las tareas de extinción, que se prolongaron hasta las 2.30 horas. En el interior del apartamento número 20 aparecieron cuatro botellas de butano, que llegaron a perder gas pero afortunadamente aguantaron las altísimas temperaturas. Todo el piso quedó destruido, y también la estructura resultó afectada. Las paredes de las casas colindantes se resquebrajaron y por la mañana, cuando precisamente se reavivó ligeramente el fuego, acudieron al complejo los técnicos municipales, para valorar el alcance real de los daños, que sin duda son millonarios.

La policía efectuó gestiones para localizar al propietario del inmueble, y paralelamente la Guardia Civil abrió una investigación para esclarecer cómo se pudo quemar un piso que estaba deshabitado. Con todo, no se descarta que se tratara de un cortocircuito.