José Nadal, la víctima, había sido pagés y en la actualidad
estaba jubilado. Desde hacía muchos años tenía problemas graves de
movilidad en las piernas, por lo que se desplazaba en una silla de
ruedas. Su mujer le cuidaba en la casa calcinada y ayer, de
madrugada, intentó desesperadamente pedir ayuda: primero trató de
llamar por teléfono (ya que el aparato apareció en el suelo) y
luego se arrastró hasta la puerta, hasta que la intoxicación por
humo le hizo perder la conciencia con consecuencias fatales.
Otro de los residentes recordó que «escuchamos como una serie de
explosiones y luego vimos que la parte trasera de la casa estaba
ardiendo. Todo ocurrió muy rápido y los policías locales tuvieron
que romper los barrotes de la puerta para entrar». En el portal
yacía, boca abajo, Magdalena Femenía, la segunda víctima mortal.
Toda la vivienda quedó calcinada y la estructura resultó muy
afectada, por lo que quizás sea necesario derruirla para volver a
construirla.
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