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El fuego se declaró sobre las 2.40 horas de la madrugada, y fueron los vecinos que escucharon cómo reventaban los cristales del piso los que dieron aviso a los bomberos y a la Policía Local.

En el dispositivo de emergencia participaron varias dotaciones de los Cuerpos mencionados, así como efectivos del Cuerpo Nacional de Policía. Los bomberos de Palma y Llucmajor procedieron en primer lugar a desalojar las nueve plantas del edificio, y la tarea no fue complicada porque la mayoría de los residentes ya había sido avisado de que el tercero estaba en llamas. El fuego se extendió desde el comedor, donde empezó, hasta el resto de dependencias, y las llamaradas causaron una auténtica alarma. Además, se escucharon al menos cinco detonaciones provocadas por el estallido de los cristales de las ventanas, lo que incrementó la tensión en el edificio.

En el piso siniestrado estaba durmiendo, al parecer, una mujer, que consiguió escapar ilesa. Las tareas de extinción se prolongaron hasta las cuatro de la madrugada y cuando el humo acumulado salió de la vivienda los bomberos comprobaron que los daños eran millonarios. Unos 100 metros cuadrados estaban completamente devastados, con las paredes chamuscadas y los muebles retorcidos. Un ordenador, el monitor y una TV quedaron literalmente fundidos. Las baldosas del suelo habían saltado debido a las altísimas temperaturas y como consuelo para los propietarios al menos otras tres estancias se salvaron de las llamas.

El informe inicial de los bomberos apunta como causa más probable un cortocircuito en la mesa donde estaban colocados el vídeo y la televisión. Los vecinos señalaron que no era la primera vez que un piso de la finca sufría un incendio de grandes proporciones y, en concreto, explicaron que «hace algunos meses también tuvimos que salir porque había peligro de que el humo nos intoxicara». La estructura de la finca, afortunadamente, no resultó afectada y los vecinos, a excepción de los inquilinos del tercero, pudieron regresar a sus domicilios.