Lucía del Rocío Sánchez Casero tenía 17 meses cuando falleció.

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Lucía del Rocío Sánchez Casero tenía 17 meses de edad cuando murió, el pasado 17 de enero en Palma. Sus padres, Manuel y María Asunción, la habían llevado en tres ocasiones a urgencias de Son Dureta y una al PAC de la calle Escola Graduada. Estas visitas se iniciaron el 14 de enero y fueron consecutivas, sin que en ninguna de ellas los cinco médicos que la atendieron decidieran el ingreso de la menor.

En principio, y en base a la autopsia efectuada en Palma, la causa del fallecimiento se atribuyó a una «muerte súbita». Posteriormente, de los análisis de muestras remitidas al Servicio de Histopatología del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses se señala que Lucía padecía, entre otras enfermedades, bronconeumonía, bronquitis, edema agudo de pulmón y congestión pulmonar.

Sus padres, a través del abogado Ignasi Ribas, han formulado una acusación contra los cinco médicos. Manuel y María Antonia pedirán en el proceso penal penas de prisión o la inhabilitación para los facultativos.

El informe del Servicio de Histopatología se lleva a cabo en base a un estudio penal «por muerte súbita de la infancia». Pero desde el primer momento de la muerte los padres de Lucía atribuyeron el óbito a «graves irregularidades de los médicos que atendieron a nuestra hija, médicos que los primeros días fueron residentes, es decir, no especialistas en fase de aprendizaje, y aunque después la niña fue atendida por un especialista en pediatría, tampoco se decidió su ingreso y en todos los casos nos dijeron que podíamos regresar a casa con ella, dándonos un tratamiento de diversas medicinas».

La primera vez que Manuel y María Asunción llevaron a Lucía a urgencias de Son Dureta fue el 14 de enero. La pequeña presentaba fiebre y llagas en la boca y le diagnosticaron que padecía un virus. Le recetaron unos medicamentos y les mandaron a casa. Al día siguiente la niña tenía 40'9 grados de fiebre, mucho moco y tos, por lo que sus padres cuentan que regresaron al servicio de urgencias. «De nuevo reconocieron a la niña -cuentan los padres- nos dijeron que su estado era normal y que siguiera con el mismo tratamiento».

Pero los síntomas no desaparecieron y sobre las tres de la madrugada del 17 de enero regresaron a urgencias, puesto que Lucía tenía mucha tos, se ahogaba al respirar y persistía la fiebre alta. En esta ocasión los padres cuentan que le suministraron dos dosis de Ventolín con mascarilla, le aspiraron los mocos de la nariz «y nos dijeron de nuevo que podíamos llevárnosla a casa y seguir con el tratamiento».