Rosa Pérez, en la imagen junto a su hijo, ha sido condenada por un delito de amenazas. Foto: ALEJANDRO SEPÚLVEDA

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El incidente aconteció tres días antes de las vacaciones de verano de 2003, en junio, en un colegio de Santa Maria. Según la familia del alumno, la profesora le golpeó durante la clase, porque no encontraba un libro, pero la docente siempre negó este extremo. Luego, las dos partes implicadas se denunciaron mutuamente. La profesora, porque recibió amenazas de la madre, que le espetó que la quemaría «con gasolina»; y la progenitora, que se llama Rosa Pérez, porque quería que se aclarara la supuesta paliza a su hijo.

Ayer, la condenada explicó a este periódico que se siente profundamente contrariada por la sentencia y que considera que su familia, y en especial su hijo, se han visto muy perjudicados «por toda esta historia». El menor, en la actualidad, ha cambiado de colegio y cursa estudios en Binissalem. La vista oral por las denuncias cruzadas tuvo lugar el lunes en un juzgado de Vía Alemania, y comparecieron la maestra, la madre del menor, y algunos testigos, entre los que se encontraba un policía local de Santa Maria, que presenció la trifulca entre las dos mujeres.

Tras escuchar las dos versiones, el juez absolvió a la maestra del colegio de Santa Maria y condenó a Rosa Pérez por un delito de amenazas, a una indemnización de dos euros diarios durante diez días. La profesora se limitó a declarar a este diario que «estoy deacuerdo con la sentencia», ya que durante la instrucción del juicio insistió en que no había puesto la mano encima al menor. La docente denunció que al día siguiente del supuesto incidente con el alumno se presentó en el centro la madre del estudiante, y la amenazó con quemarla «con gasolina». Esa versión fue respaldada por el agente municipal, por lo que el juez le dio verosimilitud. Rosa Pérez, por su parte, manifestó que ese día su hijo regresó a casa «marcado» y que explicó que le había agredido la maestra.

La familia del niño interpuso varias denuncias, una de ellas en la conselleria de Educació i Cultura, y se llevó al pequeño hasta un centro de asistencia continuada (PAC), donde le expidieron un parte médico de las lesiones. «Todo empezó porque la profesora dijo a los alumnos que sacaran el libro y mi sobrino -contó Eva Pérez, la tía del menor- no lo encontró. La maestra se acercó a él y lo buscó ella misma en la cartera. Luego se enfadó mucho, pero el niño no lo hizo adrede. Es sólo un niño, que tuvo un despiste». Eva Pérez también lamentó que el agente municipal hubiera declarado «en nuestra contra, porque desde el primer momento nos dijo que nos ayudaría». La mujer, por último, reconoció que su hermana, en un momento de máxima tensión, le dijo a la maestra: «Si le vuelves a pegar, te prendo fuego».