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«El Gordo» de la lotería ni rozó el miércoles a los vecinos de la calle Aníbal 25, pero ellos tienen la sensación de que así fue. Un incendio intencionado en la entrada de la finca dejó a los inquilinos atrapados, y la espera fue tan angustiosa que ayer todavía alguno de ellos no se había recuperado: «No he podido dormir en toda la noche», confesó Pedro Maura, de 74 años. La suerte les sonrió y todos pueden contarlo.

El hombre, ya más sereno, explicó que se encontraba haciendo miniaturas en su casa, en la primera planta, cuando se enteró del incendio: «Vino corriendo una vecina, muy nerviosa, y me pidió un cubo de agua porque estaba empezando un fuego en el portal. Cuando nos dimos cuenta ya era demasiado tarde y toda la entrada estaba en llamas». A partir de ese instante se vivieron momentos de angustia, que se hicieron muy largos. «Cerré la puerta de casa, pero el humo empezó a entrar. Sabía que en el peor de los casos nos rescatarían por la ventana, y aún así el susto fue tremendo», añadió el septuagenario. Custodio González, otro residente de la misma edad, pasó el trance con su mujer y su hijo «todos juntos en el balcón, para no intoxicarnos». Ayer por la mañana la finca presentaba un aspecto desolador. La puerta de entrada estaba calcinada y los cristales, que habían reventado, estaban hechos añicos. La puerta del ascensor estaba tan chamuscada y ennegrecida como las paredes, y la pintura se había descrostado en todos los lados. El suelo había saltado en algunos extremos y el pasamanos de la escalera se había desencajado. El olor a quemado era todavía muy intenso y los vecinos tuvieron que utilizar linternas para subir o bajar por las escaleras. A pesar de que los daños son millonarios, lo que más ha alarmado a los residentes es que el incendio, según todos los indicios, fue intencionado: «No entendemos a quién se le puede ocurrir quemar un sofá y una butaca en el portal de una finca. No teníamos salida. Fue una animalada y el día antes (el martes) ya habían pegado fuego a una papelera de la entrada», contó uno de los afectados, que se mostró indignado.