La ex compañera de Gerth Wilhelm le reventó la cabeza con un objeto contundente y, ya muerto, lo degolló con un estilete. Foto: MICHELS

TW
0

La asesina de Gerth Wilhelm Möller le reventó la cabeza a golpes con un objeto contundente y después, cuando el empresario ya había muerto, le degolló con un estilete y le cortó las venas de las muñecas, para asegurarse de que se iba a desangrar. La autopsia practicada ayer en Palma a los restos mortales de Gerth ha desvelado cómo se produjo el salvaje asesinato y ha puesto de relieve que la agresora se ensañó con la víctima. En la tarde noche del martes Gerth se encontraba en su velero amarrado en el Port d'Andratx, donde vivía, y estaba descansando o durmiendo en su camarote.

La presunta criminal, Silvia S., que era su ex compañera, accedió al interior del «SY Kandahar» con la intención clara de acabar con su vida, presumiblemente despechada porque él había puesto fin a su relación de trece años. Sin darle tiempo a reaccionar, le reventó la cabeza a golpes con un objeto contundente y luego cambió el arma homicida y utilizó un estilete para degollarlo de forma salvaje. A continuación le cortó las venas de las muñecas y tapó el cadáver con una sábana, mientras la sangre comenzaba a encharcar la cama.

Ocultó el estilete en un cajón del velero y acto seguido salió a la cubierta, se desplazó hasta la popa (dejando un rastro de sangre) y tiró al mar el objeto contundente utilizado para reventarle la cabeza. Con el crimen consumado, la presunta asesina volvió a uno de los camarotes y se apuñaló en el cuello y los brazos, con aparentes intenciones suicidas. Ayer por la mañana los agentes de la Policía Judicial regresaron al escenario del crimen, mientras que el GEAS (Grupo Especial de Actividades Subacuáticas) examinaron las aguas cercanas al velero, en busca del arma homicida. El éxito fue doble y el instrumento apareció a pocos metros del casco del «SY Kandahar», mientras que el estilete (que tenía la punta rota) se halló en uno de los cajones de la embarcación, con manchas de sangre. Así pues, la Guardia Civil ha encajado en un tiempo récord casi todas las piezas de un puzzle sangriento.